Coronó Diego Ventura en Pollos un póker de actuaciones consecutivas, en las que ha cortado diez orejas en total y donde ha dejado no pocas faenas de las que ya se enmarcan en el podio de su temporada. Le tocó tirar de su vertiente más lidiadora ante los toros de Moura que pecaron de mínimos en sus posibilidades

No fue inconveniente para Diego Ventura que el lote de tres toros de Fermín Bohórquez a que se midió se prestara tan poco. No fue excusa, ni inconveniente. Porque el momento de absoluta plenitud que vive el jinete de La Puebla del Río es tal que brilla aun sin necesidad de astros. Su lucidez, su madurez, su inspiración, su ambición…

El Bibio es territorio venturista. Desde siempre. Gijón es de esas plazas del norte que disfruta cada año del Genio de La Puebla del Río y el Genio no le falla. La expectación por verle es siempre grande y Diego la alimenta cada agosto para que le sigan esperando. Deslumbrados. Porque deslumbrante fue la faena de Ventura al buen quinto…

Había obrado en su primero el milagro –porque casi lo fue ante un toro tan manso y parado- de hacerlo embestir por media plaza de La Malagueta imantado al estribo e hipnotizado por el temple mágico de Nazarí. Pero fue en el quinto –su segundo- donde Diego Ventura obró el milagro por excelencia que siempre es el toreo con mayúsculas

Vuelve a pasar, no es nuevo. Otra vez la opinión de uno frente a la de todos. Otra vez un palco contra una plaza. Le apoya el reglamento, pero le contraría el sentido común. No es normal que varios miles estén equivocados frente a uno. No es normal, pero vuelve a pasar. Y Diego Ventura se marchó a pie de Pontevedra después de un faenón