Ventura renueva su idilio con Gijón

13/08/2017
GIJÓN
Oreja y oreja
Pallarés
Por muchas razones, Gijón es feudo venturista. Por la consideración de la figura que es que le da la empresa contando cada año con él como base de sus carteles, por la respuesta del público, en la taquilla y en el cariño con que le trata, y, en correspondencia a todo ello, por las actuaciones que el cigarrero firma cada vez que viene a El Bibio y que se cuentan ya por muchos triunfos. Hay feeling entre Gijón y Ventura, hay química, hay reciprocidad en lo que se dan y en lo que reciben. La tarde de hoy se enmarca en este contexto de disfrute mutuo. Desde la misma mañana, cuando Diego participó junto a sus compañeros de cartel en la exhibición de rejoneo que la empresa organizó para los niños gijoneses. Fue una gran fiesta con el toreo como motivo principal. Como la corrida de la tarde. Por cierto, la plaza casi se llenó y Diego Ventura volvió a apostar por otro encaste diferente a lo habitual en rejones. Hoy, fueron los santacolomas de Pallarés. El primero de ellos fue un buen toro, que salió con pies y emoción al ruedo y eso dio lugar a un importante primer tercio que el jinete ejecutó con Guadalquivir. Tacto y clase la suya para encelar convenciendo a los toros. Esa emotividad que derrochaba la embestida invitaba a que Nazaríla encauzara y la desbordara. Dicho y hecho. Lo de Nazarí hoy en Gijón fue otro portento de tantas cosas como buscan los rejoneadores que persiguen la perfección a caballo. Se lo cosió al estribo para conducirlo de costado y luego clavar con la máxima pureza, ésa que se define en dar el pecho desde el cite, ir igual de frente al embroque, quedarse con él, asumirlo, torearlo, clavar ajustado y bajo el estribo y salir con el aire señorial que caracteriza a Nazarí, que pareciera ralentizar su paso, detenerse, pasar andando en ese momento culminante del encuentro con la bravura del toro. Lo dicho, Nazarí es la perfección de tantas cosas… Como lleva camino de serlo Lío, cuyo nombre no es gratuito. Lo suyo va para grande también y en esta parte central de la temporada se ha convertido en uno de los caballos imprescindibles en la cuadra de Ventura cada tarde. Y también en uno con los que más disfruta. Porque va con todo al encuentro de la suerte, apura el embroque hasta cuando casi parece ya imposible salir de él, bate y clava con suficiencia. Es un caballo que le transmite a Diego mucha seguridad y confianza y eso se traslada también al tendido. Clavó las cortas al violín en el último tercio con Remate y se cobró un rejón entero del que el toro de Pallarés tardó en caer. Sólo ahí se le fue la segunda oreja. Sí la aseguró en su siguiente faena ante otro buen toro del mismo hierro, que el torero de La Puebla del Río paró con Campina, que después de encelar con pulso de seda, enjaretó varios lances toreando con todo el cuerpo que fueron como verónicas impregnadas del aroma de la marisma. El tercio de banderillas tuvo el nombre propio de Fino, espectacular en su forma de clavar al quiebro, tan al límite, y de salir de ellos, igual de al límite, en piruetas ajustadísimas y de contener la respiración. No dio Ventura un segundo de tregua al asombro de la afición de Gijón en este segundo toro, apretando el acelerador de la intensidad en busca de redondear su gran tarde. Volvió a recurrir a Nazarí para, otra vez, sublimar el temple toreando a caballo. Las cortas al violín con Rematey el rejón final le dieron esa segunda vuelta de llave que precisaba para abrir otra puerta grande y renovar su particular idilio con Gijón.