Ventura redondo y rotundo en Plasencia

 
16/06/2019
PLASENCIA
Dos orejas y dos orejas
Romeo Tenorio
 
La vida sigue después de Madrid y para Diego Ventura sigue en manos de esa ola del triunfo contante que es la máxima de su carrera. Hoy fue en Plasencia donde el jinete de La Puebla del Río derramó su magisterio a raudales en dos faenas tan distintas como diferentes fueron sus toros. Ambos, de Romao Tenorio, aunque no lo parecieran por su juego tan dispar. Realmente complejo el primero por deslucido y muy boyante por noble el segundo, que se movió y lo hizo con bien. Ante los dos, dos despliegues, dos derroches, dos exhibiciones para marcar la diferencia. La obra grande fue la que construyó ante el quinto de la tarde, frente al que debutó Velásquez, otra apuesta de su factoría y un caballo en el que Diego cree y espera firmemente. Y apuntó éste por qué. Por valor para ir de frente y dando los pechos y por su clase para ser capaz de atemperarse ya en los embroques y hacer la suerte con despaciosidad. Fue una faena de estrenos en la cuadra de Ventura, porque, ya en banderillas, debutó también Hebreuy se estrenó Chibangaen este segundo tercio. Dos novedades que aportan recursos nuevos y nuevos atractivos al arsenal torero del torero cigarrero. Luego salieron los de siempre y los que nunca fallan. Como Bronce, que aúna corazón y capacidad para adentrarse en terrenos imposibles por tan reducidos, donde pareciera detener el tiempo e hipnotizar a los toros a base de mirarlos a los ojos y cautivarlos. Broncemete la cara ante la testuz de los toros y los torea por delante siempre como en una espiral de dominio sencillamente brutal. Y después fue el turno de Dólar, como Bronce, un prodigio de compenetración y doma. Clavó Diego Ventura un par soberbio a dos manos sin cabezada a una velocidad sin velocidad alguna para clamor del público, que se terminó de entregar ahí a la exhibición del rejoneador. Mató a la perfección y redondeó su tarde con dos orejas. El mismo número que obtuvo del primero de su lote, al que recibió a portagayola con la garrocha con Bombón, pero que no se empleó nunca y se dedicó desde pronto a defenderse. Fue toro de planteamiento bien diferente, rajado y con genio, al que Ventura hubo de ganarle siempre la acción a base de exponer mucho en forma de llegarle muy en corto para provocar sus acometidas y, a continuación, hacer las suertes con la precisión justa para salir airoso de ellas. El mejor ejemplo fue la banderilla ejecutada con Lío, perdiéndole pasos al astado hacia su querencia para, ya muy cerrado, quebrarle en lo que abarca una moneda, recoger por entero la anatomía del caballo como si ambos desaparecieran y clavar arriba para salir como si fuera una pluma, de ágil y grácil. Se vino abajo la plaza de Plasencia, en el momento cúspide de una labor que fue una demostración de lucidez y de valor.