Una gran obra de arte para abrochar 2022

31/12/2022

SAN MIGUEL DE ALLENDE
Ovación y dos orejas y rabo
Xajay

 

2022 solo podía terminar así: tan a lo grande. Tan soberbio, en la cumbre. En la cima de la última gran obra de arte del año que, a esa hora, ya era 2023 en España. En México aún le quedaba aliento, el tiempo justo para que Diego Ventura justificara el lleno en la plaza, la expectación por verle y el aura en torno a su regreso mexicano, que ha conocido en San Miguel de Allende uno de sus hitos de referencia.

Se prestó su segundo toro y lo aprovechó Diego para enjaretarle una de sus faenas más importantes de esta temporada azteca. De principio a fin lo cuajó el torero de La Puebla del Río, absolutamente rotundo para emocionar al público que se le entregó con pasión. No fue para menos. La vuelta al ruedo con Fabuloso, cosido el toro de Xajay al estribo, fue sencillamente colosal. E incendió el ambiente en los tendidos. Impecable, exacto, perfecto. A milímetros el burel del mando superior de Ventura, que gozaba del trance como quien sabe que está concibiendo algo grande, realmente grande. Recordó Fabuloso a su padre, Nazarí. De casta le viene al galgo. Mientras Nazarí descansa en los campos de España, Fabuloso impresiona a México. Con la plaza ya hecha un hervidero, sacó Diego a Gitano para clavar al violín y al pitón contrario con un ajuste deslumbrante y la precisión de un mago. Así las cosas, a la faena le faltaba la rúbrica de Bronce, que es una locura de caballo que le hace locuras a los toros. Como a éste de Xajay, al que cuajó sin cabezada, toreándolo muy por la cara, con los pechos, con el alma. El carrusel de cortas con Fado y la rosa final fueron el remate perfecto a su última faena de 2022, coronada con un rejón final soberbio, a la altura del resto del conjunto. No cupo la duda en la plaza y el palco le concedió los máximos trofeos en justa correspondencia a su última gran obra de arte del año.

Se paró pronto su primero, al que fijó en corto con Joselito. La clave estuvo, pues, en las distancias, precisamente, más cortas, primero, y ya en banderillas, con Velásquez, con el que enceló al de Xajay a base de llegarle muy arriba para provocarlo y hacer las suertes. Aunque fue con Bronce con el que se adueñó de todos los espacios, metiéndose literalmente entre los pitones, exponiendo los pechos una y otra vez, con la cara del caballo entre los pitones del astado. Y ahí se quedó, mandando e imponiendo su aplastante autoridad para combatir la falta de transmisión del toro. Exhibición de capacidad de Diego Ventura, que suponer ponerle al tramo final de su faena la ligazón que mantuvo arriba el tono de la conexión con la gente. Pero pinchó con el rejón de muerte y eso le dejó sin el premio que se había labrado y ganado con paciencia y maestría. Por eso la ovación final fue tan redonda y rotunda.