Una bendita locura

11/09/2022

VALLADOLID
Oreja y oreja
Ángel Sánchez y Sánchez

 

Nueva lección magistral de Diego Ventura en una temporada convertida ya en pura cátedra. Hoy fue en Valladolid donde, más allá de los trofeos, el cigarrero plasmó una tarde de muy alto nivel ante un buen loto de toros de Ángel Sánchez, que tenían sus teclas y que el rejoneador le encontró muy pronto. Fueron la suyas dos faenas completamente diferentes en su planteamiento, pero con el denominador común de la pureza y de la rotundidad con las que ha cautivado y entusiasmado al público pucelano.

Fue algo desconcertante de salida su primero porque humillaba y acudía con celo a la cabalgadura, pero que también hizo amago de rajarse. No le dejó y creyó en su buen fondo, que descubrió nada más comenzar el tercio de banderillas con Nazarí, sencillamente brutal, la forma en que se metió al toro bajo el estribo, lo imantó a él a escasos centímetros y, así, sosteniéndole el ritmo, lo condujo toreado de costado recorriendo el amplio anillo de Valladolid. Ya había hecho de la plaza un hervidero cuando le añadió más leña al clavar al quiebro con Lío de un extremo a otro de la plaza para llegar al embroque galopando, frenarse en la cara, quebrar y clavar. Fueron, dicho queda, como echar gasolina al fuego de la emoción. Impecable con Guadiana con las cortas al violín y en un soberbio par a dos manos antes de cobrar un pinchazo hondo que precisó de un golpe de verduguillo. Puede que fuera por eso por lo que el palco solo le concedió un apéndice desatendiendo la petición del público del segundo.

Justo lo mismo que sucedió tras su faena al sexto, un buen toro, con un ritmo extraordinario que Diego Ventura paladeó toreando de costado con Velásquez. Absolutamente despacio, como a cámara lenta, trotando y pulseando la embestida del ejemplar de Ángel Sánchez, al que se metió bajo el estribo al clavar de frente con un ajuste milimétrico y de una pureza asombrosa. Con esos mismos registros -despaciosidad y autenticidad- se expresó con Nómada clavando de frente a fuerza de apurar al máximo los encuentros, llegando y saliendo de ellos con una pausa deslumbrante. Con Bronce llegó la locura, la magia desatada. Tantas veces descrito ya… Bronce hace cosas imposibles ante los toros: se adueña de sus terrenos, los invade, los conquista, se queda a vivir en ellos y, en ellos, torea con una verdad innegociable. Poniendo su cara entre los pitones, ofreciendo los pechos, deteniéndose en el núcleo de las suertes. Con y sin cabezada. Por más que se vea, siempre asombroso. Tres cortas al violín dejó Ventura antes de un primer pinchazo y un rejón entero que tiró sin puntilla. De nuevo fue unánime la petición de la segunda oreja, pero el palco no la atendió. Nada, en todo caso, que ensombreciera la exhibición vista. Una bendita locura.