Un rabo a las puertas de Madrid

12/09/2022

NAVALCARNERO
Ovación y dos orejas y rabo
Ángel Sánchez y Sánchez

 

Diego Ventura ha cortado hoy un rabo a las puertas de Madrid. En Navalcarnero, con la plaza llena a reventar y el cartel de “No hay billetes” luciendo en sus taquillas. Doble triunfo grande del rejoneador de La Puebla del Río que sigue tejiendo su enésima temporada para la historia. Insuperable tarde a tarde, hasta que llega la tarde siguiente y se vuelve a superar dejando muestras de que su techo parece bien lejos aún. Hoy le tocó en segundo lugar un extraordinario toro de Ángel Sánchez, bravo, pronto, noble y con un ritmo de caramelo. La materia primera perfecta para otra sinfonía venturista. Desde que salió con Generoso, con el que ya pudo pulsar la calidad del astado. En banderillas, el lío fue monumental en una obra de nivel creciente hasta lo sublime. Porque sublime fueron los quiebros con Lío. Uno, en los medios, yendo hacia el toro a galope, para, a dos metros, frenarse, quebrar y clavar en un ejercicio de precisión mayúsculo. Pero es que el segundo de los quiebros con Lío fue de los que Diego sueña en su Rincón de La Puebla del Río cuando entrena y entrena, monta y monta sin horas. Citando en largo, llamando desde lejos, provocando la embestida rítmica del ejemplar de Ángel Sánchez, muy franco, al tiempo que le perdía pasos. Hasta que se detuvo, esperó que el toro llegara a su jurisdicción, le quebró con una ejecución impecable, limpísima, perfecta, y clavó mientras la Plaza de Navalcarnero crujía. Con Fabuloso clavó también en batidas catedralicias solventadas con piruetas que parecían imposibles por lo lentas que emergían y dónde: aún donde el roce de los pitones quema. Con Bronce llegó la apoteosis total. Ya fuera al clavar después de arrodillarse ante el astado, ya fuera al hacerlo sin cabezada, ya fuera quedándose completamente metido entre los pitones, como toreando en redondo sin solución de continuidad, pasándose al toro por los pechos de verdad, poniendo su frente casi en la testuz, mordiendo sus pitones… La gente se frotaba los ojos y batía palmas por igual con la plaza convertida en una olla a presión de pura felicidad. Tras las cortas, se sacó Diego Ventura esta vez la espina del primero con Guadiana y recetó un rejonazo por arriba al nivel de todo lo demás, que lo tuvo todo de rúbrica, de firma de otra obra para el recuerdo. Y a las puertas de Madrid.

Fue su primero un toro que sacó complicaciones, sobre todo, por cómo se ponía por delante tapando las salidas a los caballos. Ni una brusquedad hubo en su lidia, sino todo lo contrario: mando oculto tras un trato de terciopelo desde el recibo con Guadalquivir, que fue esencial para domeñar las reservas del toro. A él se impuso definitivamente en un magistral tercio de banderillas, primero, con el mago Nazarí, capaz de transformar hasta en templadas las embestidas que son lo contrario. Su valor innato le permite ponerse donde los toros acometen sí o sí. Otra cosa es cómo lo hagan, pero de eso ya se encarga Ventura con el que sigue siendo su caballo estrella, la referencia de su cuadra galáctica. Muy hábil anduvo al clavar de frente para ganarle la acción al toro y genial al encelarlo y dominarlo para conducirlo de costado a lo largo de todo el anillo de la plaza. En ésas estaba Diego Ventura cuando sorprendió a todos recuperando la venturina, la suerte que inventó hace algunos años en Querétaro y que, por su tremenda dificultad, solo había podido repetir hasta ahora en Lisboa, Madrid y Castellón. Llevaba completamente encelado al toro de Ángel Sánchez a su costado derecho, con la grupa del caballo a tablas, cuando, de forma inesperada, detuvo el viaje sobre los cuartos traseros, lo elevó de manos, se pasó al toro por debajo y le cambió así de lado. Sencillamente brutal. Se rompió ya ahí el público con la labor de Diego, que con Nómada terminó de imponer su autoridad contraponiendo la condición del toro a una lidia reducida en su tempo por el sentido del ritmo que tiene también este caballo. Que para eso lo lleva en la sangre. Le puso emoción el cigarrero a los embroques al citar de parte a parte de la plaza y apurar los embroques al clavar. La ligazón en las cortas con Guadiana fue exacta, pero pinchó y tuvo que descabellar, lo que le impidió inaugurar su marcador de trofeos. La lección, lo que cuenta, ya estaba hecha…