Un festín de toreo

29/07/2023

ESTEPONA
Dos orejas, dos orejas y rabo y dos orejas y rabo
La Castilleja y Los Espartales

 

Seis orejas y dos rabos. Un balance final que lo dice todo, pero que cobra más valor si se considera que sólo tuvo un toro Diego Ventura de verdaderas posibilidades, el último de ellos. Los dos anteriores fueron muy deslucidos y no le concedieron opción alguna, pero no fue óbice para que sacara su chistera e hiciera magia y así regalarle al público de Estepona un verdadera festín de toreo.

Hubo que esperar al último acto para disfrutar de Diego Ventura en plenitud. Lo hizo ante el mejor toro de su terna, el de Los Espartales, al que cuajó de principio a fin, desde el recibo con Quizás al rejón definitivo. Entremedias, un tercio de banderillas de ensueño, de locura, de toreo total y un hermoso sentido del espectáculo. Primero, con Sueño recogiéndose sobre sí mismo para meterse por dentro, entre el toro y las tablas en el momento en el que el primero embestía con más entrega. Después con Nivaldo, quebrando donde los pitones rozan, toreando la embestida sin quitarse de ella, en un ejercicio de equilibrismo impecable y maravilloso sorprendente. Y luego, con Bronce, poniendo la cara del caballo a centímetros de la testuz del ejemplar de Los Espartales, quedándose en la embestida, pasándosela muy cerca, hipnotizándola, apoderándose de ella mientras el público se frotaba los ojos. El broche del rejonazo final fue tan rotundo como la obra entera, sencillamente cumbre, la cima de un festín de toreo.

Le cortó las dos orejas a su primero porque Diego es Ventura, pero fue un toro muy agarrado al piso y deslucido. Se aquerenció y costó un mundo sacarlo de su defensa, pero en esos terrenos le plantó batalla. Sin excusa alguna. Con Bronce, en un desafío absoluto entre lo que no quería el burel y a lo que se atrevía el torero con el caballo que le lleva a diario a merodear lo imposible. Hoy, sin importarle que, en cada encuentro, todas las ventajas fueran para su oponente, al que todo le concedió Diego para terminar ganándole la partida. Como también antes con Fino al reunir los embroques muy en la cara de su oponente para que éste acometiera. El broche a semejante exhibición de poder fue el par a dos manos con Guadiana, pasando entre el toro y las tablas, como por una rendija, casi sin espacio. El doble premio fue inapelable.

Nada sirvió también el segundo de su lote, sin clase y áspero. Pero aun así le cortó los máximos trofeos porque la faena entera fue otro prodigio de capacidad. La comenzó con As de Oro y compartió el tercio de banderillas con Ferrer Martín, hoy sobresaliente. Lo hizo Ventura con Hatillo y se metió completamente debajo del estribo al toro a pesa de sus renuencias. Ya en el último tercio, alcanzó el cuatreño a Isco en un seco derrote, le hizo perder la estabilidad y caer para comprometer y mucho a Diego, que quedó a merced de su enemigo. Por fortuna, el susto no pasó de serlo. Cobró un gran rejón final y la plaza se le entregó por entero.