Tlaxcala merecía el esfuerzo

18/02/2023

TLAXCALA
Oreja y oreja
Zacatepec

 

Hizo Diego Ventura un gran esfuerzo físico por estar hoy en Tlaxcala. Ya advirtió que lo haría en cuanto se supo de su lesión de clavícula al caerse hace unos días en su segunda faena en San Luis Potosí. Ha sido ésta una semana de intenso trabajo de rehabilitación para llegar en óptimas condiciones. Y mereció la pena. Primero, por corresponder a la gran expectación generada y que se tradujo en el lleno total de la plaza, otro más. Y segundo, para estar a la altura de esa misma expectación en forma de tanto cariño como hoy le profesó la afición de Tlaxcala. Por eso no se dejó nada dentro Ventura en una tarde de superación y brillantez.

Debió recibir Diego las dos orejas de su buen primer toro, premiado a la postre con el arrastre lento. Porque mereció ese premio su faena, vibrante siempre, de gran transmisión y conexión con el tendido, sin un solo tiempo muerto. En definitiva, de toreo total. Y también porque lo pidió el público convencido, pero el palco no dio su brazo a torcer. Una respuesta en desajuste con lo hecho por Ventura, que ya lució de salida con Joselito la buena condición del ejemplar de Zacatepec, al que paró con enorme clase y con justa precisión. Ya en banderillas, lo cuajó por completo con Velásquez, soberbio, tanto en el toreo de costado, como al clavar en quiebros cargando mucho la suerte, marcando las batidas con determinación para torear por completo con los pechos del caballo. Antes de eso, la exhibición de temple y de pulso al conducirlo de costado y de valor al meterse por dentro, tan en corto, para cambiarle los terrenos fue de muy alto nivel. Muy espectacular con Gitano, clavando al quiebro al violín y al pitón contrario puso la plaza como un hervidero, así como las piruetas, de enorme ajuste. Redondeó el cigarrero la compacta de su actuación con las cortas con Fado, muy ligadas, no concediendo más tiempo entre cada rehilete que el justo para clavar, salir y volver a clavar. Remató con un gran rejón de muerte que tiró pronto al toro, lo que desató la petición del doble premio. Y fue intensa y unánime, pero el palco impuso su criterio desatendiendo la petición popular.

Tuvo menos empuje el segundo de su lote, del mismo hierro. Y todo lo puso el torero para componer una faena a más, con la que Diego Ventura terminó poniendo en pie los tendidos. En gran parte, por culpa de Bronce, con el que el jinete de La Puebla del Río no deja de impresionar plasmando en las plazas pasajes que parecen increíbles. Por prodigiosos y magistrales, por esa manera de reducir los espacios a la mínima expresión hasta casi eliminarlos por los terrenos que pisa con él. Con y sin cabezada, la exhibición de compenetración del hombre con el animal, de valor de ambos, de capacidad y de sabiduría impacta como hoy lo hizo en Tlaxcala. Fue cumbre también el par a dos manos que cobró con Fado, tan reunido, tan medido en cada uno de sus tiempos. Como lo ligado del carrusel de cortas que le siguió. Mató en primera instancia y cortó Diego otro apéndice, el que le abrió una nueva puerta grande.