¿Qué más cabe ya?

14/09/2021

CEHEGÍN
Dos orejas y dos orejas y rabo
Luis Terrón

 

Es la pregunta que surge después de asistir a una nueva exhibición de Diego Ventura. Otra más en esta temporada de récord. Por sus cifras y por sus hechos. ¿Qué más cabe ya? Es la pregunta. Porque cada tarde de Diego Ventura supera la anterior y abre la puerta a que las siguientes sean aún mejores. Es el hambre del genio. Es su plenitud. Es lo que le nutre el alma de artista: superar su propio techo. Superar todos los cielos posibles y disfrutar. Disfrutar mucho. Ser feliz. Torear para sí. Para satisfacerse a sí mismo, para llenarse a sí mismo. Para demostrarse que es posible hacer realidad en una plaza de toros aquello que tantas veces se pregunta si es posible en su Rincón, en El Rincón de Diego. En la factoría Ventura, donde se forjan al fuego lento de tantas y tantas horas de trabajo la fantasía que luego regala a los públicos.

Como hoy al de Cehegín. No se da tregua el jinete de La Puebla del Río ni porque el domingo se vaciara en Arles y cortara otro rabo. No se baja el pistón de su autoexigencia sea cual sea la plaza. Diego Ventura solo se concibe a sí mismo si es cabalgando en la excelencia. Excelencia hecha pura clase en la forma de parar y de fijar Joselito a Ventador-61, el buen toro de Luis Terrón al que se midió en segundo lugar. Excelencia en la enésima lección de qué es el temple a lomos de Nazarí, cuya capacidad para imantar a los toros, para conducirlos tan a milímetros, no deja nunca de asombrar. Excelencia en el desbordante Fabuloso, que está debutando este año y que reta a los toros como si le iluminaran muchas temporadas ya en los ruedos con la seguridad, confianza y solvencia con que va de frente a los astados, los quiebra cargando la suerte una barbaridad, se pasa las embestidas por los pechos y remata las suertes con una pirueta entre los pitones, sin solución de continuidad. Excelencia en la excelencia de Bronce. Un caballo histórico que está escribiendo su leyenda en tiempo presente. Bronce desborda todos los calificativos. Es completísimo y torerísimo. Tiene un dominio de todos los tiempos de la lidia deslumbrante siempre por más que lo haga cada tarde. Hoy hizo de Bronce y cuando Diego lo soltó y lo dejó volar para que hiciera por sí solo, Bronce se metió literalmente entre las manos al toro, desbordando todos los límites. Impresionante. Y excelencia es Guadiana, pura eficacia, una callada facilidad tantas veces para pisar los terrenos más arriesgados para ligar las cortas, clavar a dos manos y dejarle ver a su torero la muerte por arriba de los toros. La excelencia fue entera la faena de Ventura a éste de Terrón, al que el cortó su noveno rabo de la temporada.

Dos orejas obtuvo antes del primero, que se prestó menos, que manseó, pero al que el rejoneador cigarrero le corrigió defectos y le tapó otros. El recibo con Guadalquivir fue determinante para eso por ese ritmo tan exacto que le imprime a las lidias de los toros con su forma de acariciar. Eso mismo, acariciar, hizo Velásquez ya en banderillas toreando de costado y conduciendo muy encelado por buena parte del diámetro de la plaza antes de clavar llegando muy arriba y con un claro dominio de los terrenos. Los redujo a la mínima expresión Diego con Lío para quebrar, apurando los embroques hasta donde ya no parece posible. De nuevo puso Guadiana la solvencia y la prestancia para culminar el conjunto como éste merecía. Lo había hecho todo Diego Ventura. Y lo hizo aún más después. Como siempre. Como nunca. Tanto que la pregunta surge sola: ¿Qué más cabe ya?