Paladear el toreo

21/01/2023

NIRVANA
Dos orejas
Teófilo Gómez

 

Hoy era día de disfrutar por encima de todo, sin la presión de toda corrida, y lo hizo y lo propició a lo grande Diego Ventura en el tradicional festival del Cortijo Nirvana. Un encuentro entre amigos, entre toreros, con la competencia que el toreo siempre entraña, pero con la relajación de que solo el disfrute estaba en juego. Y lo hizo Diego frente a un toro de Teófilo Gómez al que tuvo que llegarle mucho para provocarle las embestidas y luego, una vez metido en su mando, pulsearla para tirar de él y templarlo. Fue soberbio cómo lo paró con Joselito trayéndoselo de largo para clavarse y girar sobre los cuartos traseros y dejar fijado al astado en dos metros cuadrados, con una clase y una torería excepcionales. Fueron ésas del mando y del temple las claves de su actuación, que alcanzó pasajes muy espectaculares al clavar al quiebro con Fabuloso, con el que Ventura tenía que abrir al toro, dejarlo en los medios, ofrecerle su querencia, perderle pasos mientras se le acercaba y ejecutar la suerte en un palmo de terreno también con la cabalgadura ya muy cerca de la pared que delimitaba el ruedo. La cumbre llegó, como tantas veces, como de costumbre cabría decir, con el genial Bronce, tanto tiempo ya en estado de gracia. Literalmente, toreando, metiéndose el ejemplar de Teófilo bajo los pechos, tomándolo muy en la corta distancia, asomando la cara a la misma testuz, quedándose en ese sitio sin espacio para detener el toreo y hacerlo mayúsculo. Como lo fue el par a dos manos ya sin cabezada, citando muy en corto también y con una lentitud luminosa. El broche tuvo la belleza y armonía del carrusel de cortas con Fado, previo a un gran rejón final que le puso las dos orejas en las manos y la plena sensación de disfrute en el corazón.