No hay reto que se le resista

24/09/2022

FREGENAL DE LA SIERRA
Dos orejas y dos orejas y rabo
Veiga Teixeira

 

Nueva exhibición de Diego Ventura, hoy ante un espléndido lote de toros de Veiga Teixeira en Fregenal de la Sierra. Como en Mérida, mereció la pena el encuentro del torero de La Puebla del Río con una de las más importantes y fueron bravos y se movieron con la emoción que marca la diferencia. En ellos encontró Ventura el caldo de cultivo ideal para escribir otra obra cumbre en una temporada cuajada de ellas. Como balance final: cuatro orejas y un rabo.

Los máximos trofeos los obtuvo del segundo de su lote, que paró con Campina. Un inicio donde ya quedaron plasmadas las reglas del juego: qué ofrecía el astado y cómo le respondía Diego. En banderillas, compuso con Velásquez un ejercicio impecable de cómo torear cada embestida de principio a fin, de rebozarse en ellas pasándose muy cerca y muy despacio al de Veiga. Con Lío cuajó un soberbio ramillete de banderillas al quiebro de tanto valor y precisión como espectacularidad. Ya galopando tras citar desde muy largo para llegar a la cara del toro y frenarse provocando así la embestida del burel, ya citándolo de lejos también, pero dejándoselo venir, perdiéndole pasos, para quebrar en un palmo de terreno y clavar al mismo tiempo. Pura sincronización, inmenso valor. Y con Bronce llevó la locura a los tendidos al clavar y torear sin cabezada y desplegando una bella demostración de doma y de temple para torear en la cara congelando las suertes. Puso la guinda con Guadiana con tres cortas y cobró un rejonazo que él mismo remató con igual efectividad y contundencia con la puntilla. La concesión del rabo fue indiscutible.

Ya tuvo ocasión de disfrutar y mucho con su primero, que fue otro buen toro de Veiga Teixeira premiado con la vuelta al ruedo. Lo recibió con Guadalquivir para, ya desde ahí, imponer el tempo de la faena gracias al temple enclasado del caballo. Con Fabulosoclavó al quiebro de manera virtuosa. Y con Nómada, pareció congelar las suertes al ralentizar los embroques y, en ellos, torear como sin los pechos del hijo de Nazarí fueran los vuelos de una muleta. El par a dos manos con Guadiana fue impecable. Pinchó en primera instancia y, aún así, le dieron las dos orejas para empezar a encarrilar una tarde absolutamente rotunda.