Mereció la pena esperar para volver así

21/04/2018
GUADALAJARA
Silencio, oreja y oreja con petición de la segunda
María Guiomar Cortés de Moura
Como esta primavera que va llegando como por tiempos, tímida, fue rompiendo la tarde de hoy en Guadalajara -la Corrida de Primavera- a fuerza de tomarse su tiempo. Claramente, de menos a más. Comenzó la corrida con media hora de retraso y eso pareció también ralentizar la irrupción de una tarde que tuvo mucha de su brillantez final en la capacidad de los toreros. En este caso, de Diego Ventura, a quien no acompañó la suerte final con los aceros para haber redondeado en lo material un triunfo mayor. Hacía cinco años que el jinete cigarrero no asomaba por Las Cruces y hoy se resarció. Sobre todo, en su faena al quinto, tercero de su lote. Un buen toro de Guiomar, de 600 kilos, pero que se comportó con clase, prontitud y nobleza. Había medido Diego el buen son del toro en el recibo mecido y acompasado con Guadalquivir para dejar dos rejones de reunión perfecta y de exacta colocación, que cabían ambos en una moneda de euro. Ya en banderillas, puso en liza al que nunca falla, a Nazarí, que, desde que pisa el ruedo, ya está toreando. También hoy. Por ejemplo, conduciendo al toro de costado a escasos centímetros de su voluntad. Pero también en la manera en que prepara cada suerte, en que llena los cites, dando toda la plaza, alimentando la expectación del público para llegar, batir y clavar en los medios provocando que estallara la entregada emoción de la gente. Una emoción que terminó de desatarse cuando, con Dólar, y en otro supremo ejercicio de doma sobre las piernas, clavó un par a dos manos sin cabezada, que fue la cima de la tarde. El corolario del carrusel de cortas al violín con Remate fue impecable. Pinchó hondo Ventura y quizá fuera ahí donde el presidente se agarró para negar la segunda oreja que con fuerza sí pidió el público. Otra, la primera de su actuación, la obtuvo del tercero, segundo de su lote, como sus tres oponentes de hoy, con el hierro de María Guiomar Cortés de Moura. Otro toro de buenas prestaciones para el rejoneo bueno, sobre todo, con el don del ritmo y el compás. Lo paró también conGuadalquivir y lo cuajó, sobre todo, con Fino, en un tercio de banderillas soberbio, ya fuera al conducir de costado, ya al recortar tan por los adentros, clavando el caballo sus cuartos traseros para pararse sobre sí mismo y dejar que toda la embestida le recorriera el físico. Con Fino, metió de lleno Diego Ventura al público alcarreño en su faena, con el que mantuvo la conexión al clavar citando muy en largo con Importante y saliendo de las suertes con ajustadas piruetas. Dos cortas con Bronceantes del rejón entero, que cayó trasero y que precisó del uso del descabello dieron pie a ese primer trofeo en su balance. Porque en el primero lo perdió al pinchar varias veces después de componer una faena que abrió con Lambrusco, parando, fijando y encelando al ejemplar de Guiomar sobre la grupa en apenas dos metros cuadrados, midiendo y pulseando la embestida templada y el son acompasado, incluso algo adormecido, del toro. Lo acarició para luego clavar dos rejones de castigo. En banderillas, se ató al toro al estribo con Vivaldi y lo condujo a dos pistas con pulso impoluto para luego parear casi en los medios, llegando muy despacio al toro, quedándose en la cara, ralentizando el embroque, toreando por delante y batiendo para clavar. Estuvo espectacular con Lío al quiebro, llegando mucho en la cara para frenarse provocando el embroque y hacer la suerte casi a caballo parado, sorteando la embestida en un intento cara o cruz. Lástima los pinchazos que se sucedieron con Toronjo y que enfriaron demasiado al público.