Mereció la pena esperar 24 años

20/09/2022
NAVA DE LA ASUNCIÓN
Dos orejas y ovación
Herederos de José Luis Osborne
 
Y veinticuatro años después, aún le quedaba a Diego Ventura debutar en Nava de la Asunción, una localidad segoviana que ha cuidado y mucho todo lo que ha tenido que ver con la celebración de esta corrida de hoy. Y eso se tradujo también en el ambiente en la plaza, con su público deseoso de divertirse y de disfrutar. Por ejemplo, con la singularidad de la corrida de toros de los Herederos de José Luis Osborne, un hierro y un encaste histórico, otro más que sumar a la nómina de aquellos que Ventura está incorporando al toreo a caballo. Y mereció la pena por ese primer toro de su lote, bravo y bueno, que se movió con alegría y con celo desde que pisó el ruedo. Fue hermoso e intenso, y muy torero, el encuentro con Guadalquivir, cómo lo enceló Diego doblándose con él en tan poco terreno y cómo lo terminó de fijar sobre la grupa del caballo. No paró nunca de embestir el cuatreño, con clase y con bondad. Ya en banderillas, lo toreó a placer el rejoneador de La Puebla del Río, primero, con Fabuloso en quiebros impecables en la misma boca de riego, ejecutados muy despacio, tanto como lo condujo después de costado y por dentro. Igual de despacio que le cambió los terrenos al toro, metiéndose entre él y las tablas. Una y otra vez, sin un solo tirón, reduciendo cada vez más los espacios por donde la cabalgadura pasaba. Muy despacio toreó también con Nómada, que fue todo clase en cada embroque, como muletazos de principio a fin y al ralentí. Es el valor preñado de clase del hijo de Nazarí, revelado ya como uno de los grandes para el futuro inmediato. Las piruetas tan ajustadas y encadenadas con que el cigarrero salía de esos encuentros tuvieron paladar propio. Hasta dos pares de banderillas a dos manos clavó con Guadiana antes de un soberbio rejón cobrado por arriba, que tiró sin puntilla. Indiscutibles las dos orejas, e incluso, el público le pidió el rabo. Bastante menos opciones tuvo con su segundo, muy parado y reservón. Ya con Joselito hubo de llegarle mucho, lo que fue el denominador común de toda la faena. Llegó muy arriba con Velásquez primero para quebrar y con el toro muy cerca a tablas y después con Lío, en quiebros distintos, eléctricos y propiciados por la capacidad del torero de encontrar acometidas donde no parecía haberlas. Pinchó con el rejón, pero la sorpresa llegó cuando el propio Diego Ventura apuntilló al toro. Imagen de otro tiempo salida de la chistera inacabable del genio.