Mandar es esto

26/06/2021
BURGOS
Oreja con fuerte petición de la segunda y oreja
Carmen Lorenzo
 
Tenía ganas Diego Ventura de regresar a Burgos algunos años después y tenía ganas de volver a sentir el calor de la especial conexión que le une con esta plaza, ya sea ahora el Coliseum, ya fuera antes El Plantío. Y no se dejó nada en el tintero al final de una actuación general marcadas por el denominador común del dominio total. De sus dos faenas y de la tarde en conjunto porque en nada en Diego es trámite, sino que cada segundo suyo en la plaza está colmado de contenido, de pasión, de emoción. De toreo. Por eso emergió tantas veces ese calor de Burgos cuando un torero le entrega lo máximo. A modo de anuncio de cuanto tendría que venir, recibió Ventura a su primer toro de Carmen Lorenzo emplazado en los medios, sin probatura alguna, para dejárselo llegar nada más salir y clavar arriba con Campina. Fue un chispazo de magia y de sorpresa, de guión roto en mil pedazos, de acabar con lo establecido en aras de compatir con el espectador la sensación de que está ante algo extraordinario. Como lo fue el tercio de banderillas con Fabuloso haciendo de Nazarí toreando de costado con el astado hilado a su voluntad. Pero, sobre todo, con Bronce, que ya no es solo el caballo que torea y domina con una superioridad apabullante, sino que ahora también, libre de cabezada, deja fluir su afán por torear, por adueñarse de los terrenos imposibles, por hacerlos suyos, por eternizar cada segundo metido entre los pitones de los toros. E insistimos: si cabezada. Diego lo echa a volar y Bronce, vuela. Una belleza que puso el Coliseum a hervir. Fue brillante también el par de cortas a dos manos con Guadiana antes de cobrar un rejón entero, que, en cambio, no fue definitivo, de ahí que el jinete echara pie a tierra y tomara la muleta y el descabello. Pero no solo para eso, para descabellar, sino para, en la misma línea sorprendente de toda la faena, dejarse ir detrás de unos poco muletazos que descubrieron al Ventura de gusto exquisito como torero de a pie. Fue importante la petición de segunda oreja, pero el palco solo concedió la primera que es potestad del público. Otro apéndice más consiguió el rejoneador de La Puebla del Río en el quinto, del mismo hierro, y frente al que debutó Generoso, un caballo muy joven de salida, con el hierro de Tomás Morenés. La novedad de Generoso le abrió el camino a la deslumbrante certeza de tantas virtudes que es Nazarí, magistral siempre, único siempre. Esa capacidad suya para hipnotizar a los toros… Cómo se va a por ellos, los engancha y los conquista a base de caricias… Otra vez cumbre Diego con Nazarí, de largo, un caballo histórico en el rejoneo. Sorprende siempre Nazarí por más de su vasta presencia ya en los ruedos, como electrocuta Lío con sus quiebros tan al límite de todo. Esa banderilla de plaza a plaza, galopando hasta llegar a la jurisdicción donde la suerte es o ya no puede ser, para frenarse donde los pitones queman, quebrar con desbordante precisión y clavar arriba. O esa otra a caballo y toro parado, merodeando el cite y el embroque hasta que éste se produce en la distancia más corta posible, de nuevo al quiebro, despacio, muy despacio. Pasándose la embestida entera por los pechos… El tercio de banderillas lo inauguró Velászquez, un caballo que no es novedad, pero sí nuevo por más que sus maneras destilen poso del bueno. Ese poso que tiene Remate, con el que Diego Ventura coronó su composición con las cortas al violín, otra vez muy despacio el carrusel. Pinchó dos veces antes del rejón defintivo y ahí perdió, quizá, la segunda oreja de este quinto. El único desliz en el conjunto de una faena tan completa, tan rotunda, tan impactante…