Los registros insondables de Diego Ventura

05/08/2023
5/8/2023
ÍSCAR
Ovación y dos orejas
Hermanos Serrano

 

Realmente malo su primero, apenas le dio opciones y, las contadas que fueron, surgieron de la capacidad de Diego Ventura de extraer agua hasta de un pozo seco. Aquerenciado y agarrado al piso, le negó el de Hermanos Serrano cualquier atisbo de correspondencia a su insistencia, así que no le quedó otra que plantearle, y ganarle, la batalla allí donde únicamente podía aparecer alguna acometida del toro. Casi pegado a tablas. Y con Lío, en quiebros de tiempos que tenían que ser exactos para hacer la suerte en una baldosa de terreno. Y con toda la ventaja para el toro. Pero ganó Diego la suerte de la moneda lanzada al aire que fue cada envite a fuerza de su atrevimiento y seguridad. La recompensa material quedó muy por debajo de su esfuerzo: una ovación.

Así que no quedaba otra que darle todas las vueltas que fueran necesarias para cuajar al segundo. Aunque tampoco fuera del todo bueno, que no lo fue. De escaso celo también, así que tiró Ventura del inmenso fondo de su oficio ya de salida para llegarle a centímetros con Joselito e ir, precisamente, encelándolo y metiéndolo en el canasto de su mando. Como era noble el toro, fue cayendo en la red del cigarrero. Y como se trataba de caminar sobre el alambre de los espacios mínimos, puso en liza a Bronce, que es el dueño de todos los precipicios imaginables y fue ahí donde el rejoneador terminó de declinar la balanza a su favor. Porque igual que se sumergía hasta el fondo de esos embroques ajustados al milímetro, se quedaba luego en ellos, sin prisa alguna, quedándose Ventura y Bronce al hilo de los pitones, metiendo el caballo la cara en la testuz del toro, poniendo el pecho por delante y constatando una tarde más que es un caballo prodigioso y de registros insondables. Como Diego. Con Guadiana, ya en el último tercio, se metió de nuevo al toro bajo el estribo para clavar las cortas al violín, prólogo de un rejón final que, una vez más, ponía en sus manos lo que suyo es: el triunfo inapelable.