La eterna felicidad

11/02/2023

SAN LUIS POTOSÍ
Dos orejas y dos orejas
Villa Carmela

 

Noche redonda de Diego Ventura en San Luis Potosí con un balance total de cuatro orejas, que define la dimensión de su actuación. Y en ambas faenas, poniendo el torero mucho más de lo que recibió de sus oponentes. Pero ni por ésas hubo un solo tiempo muerto en el planteamiento de sus dos obras. Ambas  fueron un derroche de ambición. Como si las hubiera construido un torero nuevo necesitado de tirar puertas abajo. Noche colosal del genio de La Puebla del Río, absolutamente en estado de gracia. Encuentra toro en todos los terrenos y se le derrama el toreo en todas las circunstancias.

Muy poco le ayudó el primero de su lote, a pesar de lo cual se inventó Diego una faena de toreo total y máxima entrega que a nadie dejó indiferente. Siempre remiso el toro, sin emplearse ni entregarse, obligó al rejoneador a llegarle mucho para provocar sus embestidas. Y así lo hizo con Fabuloso, con el que logró encelar al ejemplar de Villa Carmela a partir de esa estrategia de cercanías y pulso milimétrico para templar hasta el límite. Como ayer en Juriquilla, llegó el susto al resbalar el caballo y caer Ventura, que salió del envite más espoleado aún para disparar entonces el nivel de intensidad de su trasteo y, con ello, la definitiva conexión con el tendido. Sin fijeza el toro, cada embroque tuvo mucho de moneda al aire que el torero de La Puebla del Río no dudó en lanzar una y otra vez. Citando muy en corto en quiebros espectaculares de riesgo indudable. Sacó entonces a Bronce para conquistar esos terrenos del toro inciertos siempre, toreándolo por la cara, metido entre los pitones. Dejó un gran par a dos manos sin cabezada que hizo de la plaza una caldera. Un prodigio de doma y de compenetración con el caballo. La rúbrica fue de una ligazón inapelable al clavar las cortas con Fado antes de recetar un rejón fulminante que fue el mejor corolario a una faena a fuego de ley premiada con las dos orejas.

El mismo doble premio obtuvo en su segundo, un toro que sí tuvo más motor y celo en el primer tercio. Un comportamiento más encendido que Diego Ventura domeñó con Joselito. Ya en banderillas, sobó cada embestida, preparó cada embroque en sus tiempos justos con Velásquez, llegando muy a la cara para clavar y luego llevarse al toro embebido en su mando para torearlo de costado por dentro. Con Bronce, eliminó por completo el concepto de los espacios, los dinamitó para ponerse a torear en el alambre de lo casi imposible. Arrodillándose a dos metros del burel sin importarle que, como sucedió, éste se arrancara tratando de sorprenderle porque, quien al final terminaba ganando la acción era el propio Ventura en una batida precisa como reloj suizo para hacer las suertes de manera inmaculada. Y muy emocionante. Con Bronce detuvo el tiempo Diego toreando por la cara, metido entre los pitones, pasándoselos muy despacio por los pechos una y otra vez antes de coronar tamaño despliegue de capacidad con un gran par a dos manos sin cabezada. De nuevo puso con Fado el broche perfecto, por ligado en su ejecución y por cómo sostuvo el nivel de conexión con la gente. Y con otro gran rejón final certificó una noche soberbia. En puro estado de gracia y de eterna felicidad…