La enésima lección

15/09/2022

GUADALAJARA
Ovación y dos orejas
Los Espartales

 

Diego Ventura prolonga su estado de gracia también de esta temporada y cosecha su mejor racha de triunfos consecutivos con once puertas grandes. Desde el 15 de agosto en Guijuelo, todas sus corridas han terminado con el cigarrero saliendo a hombros. Los números son inapelables, pero aún lo es más la dimensión de las obras que está firmando. Dos hoy, aunque solo en la segunda encontrara la recompensa del premio material. Dos orejas a un toro de Los Espartales que tuvo la complicación de que se ponía por delante. Lo fijó sobre la grupa con Generoso con una facilidad pasmosa, como quien acaricia. Y eso, acariciarlo con la elegancia natural que le es propia, lo toreó Sueño. Primero, de costado y metiéndose por dentro prodigiosamente, por espacios que parecían insuficientes. Pero la flexibilidad de Sueño le permite hacer estas cosas que parecen milagros. Y segundo, al clavar de frente, toreando toda la embestida, pero templadamente. Como de seda. Igual que torea Nómada, que tiene la virtud de reducir los tiempos de las suertes, como de congelarlas para ejecutarlas con pureza supina. La cima fue otra vez lo de Bronce: ese prodigio que maravilla y entusiasma a los públicos, sabedores de que están ante un caballo sencillamente diferente. A diferencia de lo que le pasó en el primero, a éste sí lo mató con Guadiana de un gran rejonazo.

De no haber pinchado hasta dos veces al primero, le había desorejado también. Fue un buen toro, noble, pero le faltó más transmisión. La puso el rejoneador, que lo paró con Guadalquivir para después con Nazarí templarlo como solo Nazarí lo hace, imantando la entrega del toro a lo que él dispone, a su ritmo, a su galope, a su latido. Esa sosería del astado la dinamitó Ventura con Lío y sus quiebros al límite, tan precisos, tan exactos. Tres cortas al violín y una rosa más que pidió la gente. Guadalajara estaba completamente entregada y que pinchara dolió como un pellizco inesperado. Por eso toda la felicidad que vino después…