Instalado en la excelencia

14/05/2022

VALLADOLID
Ovación y dos orejas
María Guiomar Cortés de Moura

 

Diego Ventura consigue en Valladolid su décima puerta grande de la temporada. Una decena de salidas a hombros en las once corridas toreadas hasta ahora. El huracán Ventura sigue arrasando, imparable, en otro año instalado en la excelencia y en la brillantez más absoluta. Pero triunfos que, más allá de lo numérico, aun siendo importante, van en paralelo con la dimensión de sus obras, donde la regularidad en la calidad se está convirtiendo en el denominador común de cada cita. Hoy también en San Pedro Regalado, ante un lote de toros de María Guiomar Cortés de Moura al que le multiplicó las prestaciones con su magisterio sin fondo.

Tras quedarse sin premio en su primera faena por el fallo a espadas, salió a por todas Diego en el segundo y lo recibió con Generoso con un rejón sin probatura alguna para marcar ahí el nivel de lo que quería y de lo que vendría a continuación. Que fue un aluvión de toreo total, sin pausa ni respiro, desbordado y creciente. El toro pareció más que de lo que era en manos de Ventura, que fue capaz de sacarle el máximo partido en todos los terrenos, fueran o no los de su querencia. Ya toreando de costado con Fabuloso, ya quebrando al límite de todo con Lío, apurando tanto los embroques por dar todas las ventajas al toro en un puro ejercicio de virtuosismo que hizo de la plaza un absoluto hervidero. La mecha definitiva la prendió el mago Bronce, infalible y sorprendente siempre por su capacidad para desenvolverse y dominar los terrenos imposibles, ésos que, por natura, son del toro, pero que Diego Ventura hace suyos caminando en el alambre de la genialidad de la mano de un caballo para la historia. Esta vez sí, coronó el jinete su actuación de forma rotunda con Güero con las cortas y con el rejón de muerte después para hacerse con las dos orejas.

Las habría podido cortar también en su primero, que fue mansito, pero que se dejó. Lo paró con Guadalquivir y lo toreó sumamente templado en banderillas con Velásquez y Fino, en distancias muy cortas, muy encelado el de Guiomar para que no se aburriera nunca, imantado por el poder de seda de Diego en una faena de un fondo técnico mayúsculo. Tenía, al menos, una oreja en sus manos, pero se demoró con el rejón y se le escapó. Apenas un borrón que, dicho queda, enmendó después con otra de las grandes faenas de este 2022 de excelencia.