Ha vuelto

13/12/2019
LEÓN
Ovación y oreja
Fernando de la Mora
 
Un mes y dos días después del percance en Guadalajara donde se fracturó el codo del brazo derecho, Diego Ventura retomó hoy su temporada en México aún a pesar de no estar del todo recuperado de una lesión que requiere más tiempo de reposo y rehabilitación del que el torero se ha dado. Pero los toreros y son así, Diego Ventura es así. Y como se fuera un deja vu maldito, volvió a caerse hoy con Chalana de forma estrepitosa, pero, por fortuna, sin más consecuencia, incidente del que se rehízo como quien tiene decidido que en su destino manda él. El premio de la tarde lo consiguió en la faena al cuarto, segundo de su par de toros hoy de Fernando de la Mora. Premio por el resultado final de una oreja que pudieron ser dos de haber matado al primer intento. Que no por el oponente que le cupo en mala suerte: un toro reservón y sin fondo, que mermó las opciones de lucimiento de Diego, en cambio, capaz de encender la vehemencia del público con claves en su actuación como el precipicio que son los terrenos que pisa con Bronce, las banderillas al quiebro invertido con Gitano o el estallido de emociones de los pares a dos manos sin cabezada montando a Dólar. La escasa condición del burel le obligó a exponer en cada embroque, a provocar las arrancadas al tiempo en que comenzaba las suertes. No le volvió la cara a las dificultades de su enemigo y, como tantas veces, exprimió todas las opciones de triunfo con él a base de darse por entero como si hoy se anduviera ganando el próximo contrato en suelo mexicano. Recogió Diego una fuerte ovación al término de la faena al toro de su reaparición, que no estuvo exento de susto al sufrir el rejoneador una caída cuando montaba a Chalana y que se produjo sobre el mismo brazo cuyo codo se fracturó en Guadalajara. Al intentar clavar al quiebro, el toro arrolló a la cabalgadura por los pechos y la derribó de forma aparatosa. Por suerte, fue solo eso, un susto, una circunstancia que no hizo si no multiplicar la emotividad de su actuación, que si algo destiló fue el deseo ardiente de Ventura por volver a su hábitat natural que es un ruedo. Tuvo mucha transmisión por encastada la embestida del toro de Fernando de la Mora, que aquilató temple también, virtud que el rejoneador explotó en grado sumo, sobre todo, con Bronce en banderillas, pisando esos terrenos que le son propios y donde Diego parece detener el ritmo del tiempo. Expuso también con Chalana, protagonizando encuentros de ajuste milimétrico. Enardeció a los tendidos con Prestigio clavando al violín antes de pinchar con el rejón de muerte.