“Fabuloso” Ventura

02/05/2021
2/5/2021
MADRID
Dos orejas
Capea

 

Desprendía Diego en su mirada la ilusión como de un niño por volver. A su mundo, a su nervio, a su emoción, a su feudo, a su hábitat, a su plaza, a su Madrid. Y como tal lo vivió. Cada momento, todos los segundos. El antes y el después, pero, sobre todo, el durante. Su reencuentro con Las Ventas fue perfecto. Ayudó Montecillo, el extraordinario toro de El Capea, un punto sueltecito de salida, pero que, cuando se fijó, fue un dechado de nobleza, de templanza, de ritmo y de clase. Y claro, se juntaron el hambre con las ganas de comer. Entendió Ventura al toro con precisión suiza desde su primer encuentro y aplicó la pócima de la templada paciencia para no atosigarlo y terminar convenciéndolo. Un rejón y todo su tiempo le dio para, ya en banderillas, llenar de contenido y de sabiduría lidiadora cada segundo de una faena a más. Presentó Diego a Fabuloso en Madrid y Madrid se enamoró de Fabuloso. Solo podía ser así. Su aparición esta tarde fue un destello de magia y de frescura. Desde la impresionante batida efectuada a milímetros de los pitones con la que todo empezó después de haberle encelado de costado como el mismísimo Nazarí, hasta el toreo por dentro, las piruetas para salir de las suertes y cuanto hizo Fabuloso en su estreno venteño. Puesto el listón por las nubes, ya todo fue hacia arriba en espectacularidad, magisterio y conexión con la gente. Los quiebros de Lío, tan perfectos, tan precisos, tan electrizantes. La vuelta de tuerca de Diego a Bronce, que tantas vueltas de tuerca le admitió ya. Esta vez, para ser el relevo de Dólar y homenajearle en el mismo escenario donde Dólar se hizo tan grande y ya eterno. Le quitó Ventura la cabezada y la ofreció al cielo, donde está Dólar, y no solo clavó luego sin ella, sino que, sobre todo, toreó por la cara, quedándose en ella, templando, desafiando, retando, toreando. Bronce, libre de ataduras, para hacer lo que siempre hizo: el toreo en mayúsculas. El turno final fue de otro debutante, Guadiana, que también se presentaba en Madrid, y que destiló seguridad y solvencia en el muy ligado carrusel de cortas y después para pisar los terrenos que son por completo del toro para dejar un rejón entero en todo lo alto.

La ilusión del comienzo rompió ya en felicidad pura en la mirada de Diego Ventura. El alma llena, las ganas de más, el ansia de todo, la correspondencia a todos estos meses sin parar de trabajar y de soñar, de esperar justo este momento porque este momento tenía que llegar, la esperanza asomándose en sus palabras y la llamada a la tolerancia y al trabajo en común. Fabuloso Diego. Excelso. Feliz. Ventura en su Madrid.