Exigencia y respuesta de figura

18/08/2018
GUIJUELO
Ovación, oreja y oreja
Ángel Sánchez
   
Nueva puerta grande, y van veinte de veintisiete tardes (incluyendo dos en Portugal), para Diego Ventura al final de una corrida, la de hoy, que pone de manifiesto que no hay tarde sencilla ni cómoda cuando eres figura máxima del toreo y la expectación que te sigue te obliga también a dar cada día lo mejor porque es lo mejor lo que el público espera. Fue el caso en Guijuelo, cuya plaza se llenó a la llamada de un cartel de lujo por el mano a mano del cigarrero con El Juli. Y ello obligó a responder a esa ilusión en el tendido, en el caso de Diego, ante una terna de toros de distinta condición. Ello marcó una actuación a más de Diego, con el punto álgido de la faena al quinto de la tarde, tercero de su lote. Un toro de Ángel Sánchez que, dicho queda, se movió intenso y arreando, pero sin clase, lo que llevó al torero, primero, a ordenar y poner ritmo a esa condición para luego explotarla en un final de obra de altas sensaciones y mucha transmisión con el tendido. Lo paró con Campina dejándoselo llegar mucho y doblándose con él para domeñar su acometida. De ello se encargó también después Bronce, que una tarde más ha tenido un protagonismo muy destacado ante toros de distinto comportamiento. Con éste, más exigente, se metió en esos terrenos que tan bien domina y donde todo lo que se hace tiene un alto grado de compromiso. El final de fiesta que terminó de meter al público en la faena fue con Quillas y su espectacular levada para llegar al encuentro y hacer la suerte y luego con Dólar, en un par a dos manos sin cabezada ejecutado con el astado en los medios y yéndose muy de frente a la cabalgadura. Mató en segunda instancia y el premio final se quedó en una oreja. Otra le cortó antes al tercero, segundo de su lote. Un toro que fue noble y que se movió mucho y con el que desarrolló una nueva demostración de temple exquisito con Nazarí, que se cosió al astado al estribo y lo condujo de costado en un pasaje que entusiasmó al público. Arriesgó luego Ventura con Lío –lo mejor de esta segunda faena-, en banderillas al quiebro dando todas las ventajas de su querencia al ejemplar de Ángel Sánchez, con la cabalgadura asumiendo el envite muy por dentro y dejándoselo venir para reaccionar, batir y clavar en un palmo de terreno. Realmente emocionante. También fue notable la actuación de Toronjo en las cortas, el mejor corolario para que Diego inaugurase su marcador de trofeos. Se quedó sin ellos –al menos, sin uno- en el primero, el toro menos potable de su lote porque, aunque noble, fue soso y se prestó poco a la energía y movilidad que precisa Ventura para su concepto. Todo partió de él, del largo recorrido de sus recursos técnicos y de su ambición. Por ejemplo, con Fino, con el que tuvo el mérito de torearlo de costado completamente cerrado a tablas, planteando la batalla al toro en su propio terreno. Y luego, con Bronce, en su vertiente más lidiadora, de invadir y dominar en los terrenos de cercanías donde se metió para encelar y encender la embestida a menos del astado. Tras un brillante carrusel de cortas con Lobato, pinchó y hubo de descabellar, lo que redujo el balance a una ovación.