El Rejón de Oro y de Diego

14/07/2022

MEJANES
Oreja y dos orejas y rabo
Jalabert Freres

 

Se agotan los calificativos. Lo de Diego Ventura desborda ya todos los límites de lo conocido. Hoy sucedió en Mejanes, en el corazón de la Camarga, que tiene mucho de las marismas de La Puebla del Río, del paisaje vital de Diego. Y eso que no contó con la mejor materia prima en los toros de Jalabert Freres. Pero da igual: Ventura hace tiempo que prolonga hasta el infinito su estado de gracia. Tres orejas y un rabo cortó hoy para hacer suya la cincuenta edición del Rejón de Oro, un galardón con el que se ha alzado en numerosas ocasiones ya.

Ante su primer toro, lució el temple en distintas versiones. Por ejemplo, con Velásquez, toreando de costado, llevando muy encelado al toro por los adentros, aprovechando su querencia, pero siendo capaz de hacer que se olvidara de ella y se centrara solo en embestir. Y luego con Nazarí, en todos los registros posibles. Porque Nazarí es el temple en grado sumo. Le rebosa el temple a Nazarí, lo encumbra. Ya sea para torear con el burel cosido al estribo, ya para reducir los tiempos y las distancias en batidas perfectas.

El rabo le cortó a su segundo después de una obra colosal, muy por encima de las prestaciones de su enemigo. Una faena que inició con Generoso con la garrocha a portagayola y que tocó su cima con Fabuloso y Bronce. El primero entusiasmó en quiebros cargando mucho la suerte y sosteniendo la duración de ésta como si se congelara. El segundo enloqueció a la gente con su dominio total del toreo. Bronce es un caballo para la historia. Hace cosas que no se vieron nunca y las mejora cada día. Su superioridad es abismal, su dominio de las embestidas, su reducción de los espacios hasta hacerlos desaparecer. Se volcó Ventura literalmente sobre el morrillo del toro de Jalabert con Guadiana antes de cobrar su soberbio rejón, el broche a otra actuación sideral con las marismas de la Camarga como testigo, como si fuera La Puebla…