Como lanzar una moneda al aire

02/10/2022

ZAFRA
Ovación y oreja
Adolfo Martín y Murteira Grave

 

Era la de hoy otra apuesta fuerte, sin concesiones. Un nuevo desafío ganadero para zarandear los cimientos del rejoneo y su estructura. Toros de Adolfo Martín y de Murteira Grave para probar que en el toreo a caballo no todo está inventado y que el horizonte de las expectativas se puede poner tan lejos como quieran sus protagonistas. Una apuesta fuerte, una más esta temporada y en tantas de las anteriores, aunque hoy no salió bien. Puede pasar. De hecho, pasa cuando se arriesga. No salió bien porque no fue una corrida fácil. Deslucida por lo general, desagradecida con el esfuerzo de los toreros. El lote de Diego Ventura, en concreto, no tuvo un pase. El de Adolfo desarrolló sentido y midió mucho. El de Murteira, esperó una barbaridad. Con todo, a ambos pudo cortarles las dos orejas, pero a los dos pinchó y tuvo que conformarse solo con un apéndice del segundo de su par.

Éste fue un toro reservón, pero que, cuando iba, iba con todo. Por eso fueron tan emocionantes los encuentros con Fabuloso, que no se quitó nunca de la acometida del obús. Le aguantó el envite con pulso y, sobre todo, corazón y cada banderilla fue como lanzar una moneda al aire, más incierta que nunca la suerte que habría en ellas. Pero salió cara por mérito del torero, que también al torear de costado le soportó de lo lindo al ejemplar de Murteira intentando templar embestidas que nunca iban entregadas y sí con la cara por las nubes. Estuvo cumbre Nómada en varios cuarteos de una clase sublime coronados, sobre todo una de ellas, con una pirueta afilada por dónde Diego la instrumentó. Con el toro cada vez más a la expectativa, se la jugó con Bronce en terrenos sin espacio alguno, toreando de principio a fin embestidas que eran como cañonazos. No lo puso sencillo el burel para matar, se tapó mucho y el jinete de La Puebla del Río pinchó varias veces, a pesar de lo cual, el público le pidió con fuerza la oreja concedida.

Premio que perdió en su primero, de Adolfo, también porque no anduvo fino con el rejón de muerte. Fue éste un toro de ésos que miden a los toreros. Desarrolló sentido y exigió de Ventura un gran ejercicio de valor y de capacidad, que fue justo lo que tuvo el toreo de costado con Nazarí, tan inmaculado a pesar de todo. Como también en los dos quiebros con Lío, citados muy en largo para llegar al albaserrada al límite de todo y, en ese precipicio, hacer la suerte con los tiempos medidos. Todos los problemas que había sacado durante la lidia, los renovó el toro en el tramo final dificultando una barbaridad los intentos de Ventura de matarlo por arriba.