El inventor de faenas grandes

27/11/2022

GUADALAJARA
Ovación y ovación
Venta del Refugio

 

Fue la de hoy una tarde de nadar a contracorriente en busca de darle a Guadalajara el triunfo que vino a ver. Porque no se prestaron en ningún caso los toros de Venta del Refugio, deslucidos en diferente medida. Pero no por ello se excusó ni se tapó Diego Ventura, que desplegó el fondo inmenso de su magisterio para exprimir las contadas embestidas con que contó y para cincelar, incluso, inventarse otras. Y cuajó a sus dos oponentes por encima de las prestaciones que le ofrecieron. Y nadie se fue descontento con la entrega y la dimensión lidiadora del jinete de La Puebla del Río, salvo por la amargura, empezando por él mismo, de irse con las manos vacías, sin premio material, porque la fortuna no le acompañó en la hora definitiva de los aceros.

Una suerte esquiva común a sus dos faenas, de las que destacó la que le hizo al segundo de su lote. Un toro malo ya de salida, que buscó atemperar y embarcar en su mando con Joselito, con el que puso las bases de un tercio de banderillas en tono creciente en brillantez y transmisión con el tendido. Desde los quiebros llegando tan a la cara para provocar las acometidas con Velásquez, hasta todo el tiempo que se pasó ante los pitones con Bronce, desafiando la brusquedad del toro, hipnotizándola, incluso, dominándola, en todo caso. Se lo pasó Diego muy cerca con Bronce, ya fuera al clavar con cabezada o sin ella, dominando los terrenos y los tiempos de las suertes en ese aurea de prodigio que tiene el toreo con este caballo. Se volcó Ventura en último tercio al ejecutar las cortas al violín con Fado y fue una verdadera pena que errara con el rejón de muerte porque la plaza la tenía completamente entregada.

Fue exigente por incierto su primer oponente. Reservón, intentó siempre ponerse por delante, lo que requirió de Diego andar ágil y con mucho oficio para ganarle siempre la acción. Pero, sobre todo, jugársela en cada embroque, que tenía mucho de cara o cruz. Lo paró solvente con Joselito, fijándolo sobre la grupa, doblándose en corto para encelarlo y meterlo en la muleta de su caballo. Ganó en emoción el trasteo en banderillas con Velásquez ya desde la primera banderilla por lo muy arriba que le llegó el rejoneador en quiebros escalofriantes porque el astado esperaba una barbaridad. No le volvió la cara Ventura y eso caló en el tendido, que entendió la dificultad de la lidia y la sincera disposición del torero. Cuanto menos valía el burel, más expuso con Gitano y su espectacular manera de clavar quebrando al pitón contrario. Se volcó en el carrusel de cortas al violín con el toro ya muy a la contra, defendiéndose. Se puso especialmente agrio en el tercio final, lo que complicó notablemente la suerte definitiva con Fado. Pinchó tres veces y por ahí se redujo su recompensa a una cerrada ovación.