El broche de oro

16/10/2022

ZARAGOZA
Dos orejas y dos orejas y rabo
Ángel Sánchez y Sánchez y Los Espartales

 

Una temporada como ésta solo podía tener un final así. No a lo grande, sino a lo sublime. Como tantas veces antes en Zaragoza, que es plaza de dominio venturista. Cuatro orejas y un rabo cortó hoy Diego para ponerle el broche de oro a la que él mismo reconoce como la mejor campaña de su vida. Un balance que lo dice todo, pero que no todo es. Porque mucho más que eso fue la dimensión de sus dos faenas a sendos toros de Ángel Sánchez y de Los Espartales, dos de las ganaderías que más le han acompañado en este año para la memoria. Dos toros que se prestaron en distinto nivel a que emergiera Ventura con toda su magia. Y Zaragoza, que se llenó aun en día de clásico futbolístico, se entregó sin reserva alguna a la enésima exhibición catedralicia del rejoneaador de La Puebla del Río, que no se cansa de agrandar y agrandar su leyenda en tiempo presente.

Cuatro orejas y un rabo hoy y dos faenas excepcionales. La de los máximos trofeos, la segunda de ellas, a un gran toro de Los Espartales que recibió a portagayola para marcar desde entonces el listón del nivel de su obra. A partir de ahí, todo fue incluso a más. Desde la propia lidia en el primer tercio, tan a centímetros el toro, llevándolo siempre encelado, sin una sola brusquedad. Lo que se acrecentó después, ya en banderillas, al torear de costado, absolutamente embebido el astado a la voluntad de la cabalgadura, cosido al estribo, y al cambiarle una y otra vez el viaje para meterse por dentro, en espacios muy reducidos, con una gran pureza. Como en dos banderillas al quiebro exactas de todo y ante las que el Coso de la Misericordia se puso boca abajo. Como en el tramo final de la faena, una locura de precisión, de valor, de temple mayúsculo, de dominio de los terrenos, de compenetración con los caballos. La rúbrica fue un rejonazo colosal, por arriba, que desató que los tendidos se tiñeran del blanco de los pañuelos. La concesión de las dos orejas y el rabo fue unánime e inapelable.

Dos más tenía ya en su poder del primero toro, de Ángel Sánchez, muy noble y colaborador, aunque algo reservón a la hora de responder a los cites. Fue clave que lo encelara de salida para luego, en el tercio de banderillas, llegarle muy arriba para provocar los embroques y hacer las suertes. Tardeó el burel, le costó acudir a esos cites, pero sí dejó llegar mucho al torero cigarrero, que hizo las delicias del público maño, ya al torear de costado y recorrer el diámetro completo del anillo, ya al quebrar tan en la cara, tan en el último momento, con tanta carga de expectación como de emoción. Lo pinchó por arriba en primera instancia antes del rejón final, que le puso en las manos las dos vueltas de llave que le abrían la Puerta Grande de la Misericordia.