Dueño y señor

09/07/2022

ARÉVALO
Oreja y dos orejas y rabo
Ángel Sánchez

 

Sin pausa ni tregua, Diego Ventura prolonga en Arévalo su marcha triunfal, que se resume en el dato de quince puertas grandes en sus últimas dieciséis actuaciones, un dato que lo dice todo por sí mismo. Tres orejas y un rabo hoy ante un lote de toros manejable de Ángel Sánchez, mejor el segundo de ellos, ante el que el jinete de La Puebla del Río consiguió los máximos trofeos, que fue el colofón inapelable a otra tarde de imposición y magisterio.

Fue bueno éste quinto de la tarde, se dejó y se prestó al toreo total de Ventura, decidido a hacerla suya. Y la hizo. En los quiebros con Velásquez, tan exactos e incontestables. Como el dominio de todos los tiempos del toreo con Bronce, que enloqueció a los tendidos con su capacidad para hacerse dueño de los terrenos más inverosímiles y hacerlo con semejante autoridad. Con y sin cabezada, en plena comunión con el alma de su torero. Diego y Bronce se hablan sin palabras. Son solo uno y cabe todo el toreo en esa simbiosis alucinante única y siempre extraordinaria por más que suceda todas las tardes. Implacable esta vez con el rejón de muerte, se le entregó la gente que le concedió las dos orejas y rabo.

Un apéndice cortó del primero, que, como tantas otras veces, pudieron ser más de no haber marrado en primera instancia con el rejón. Hasta llegar ahí, se había metido Ventura literalmente dentro de la puerta de chiqueros con Generoso para recibir y fijar con la garrocha al ejemplar de Ángel Sánchez. Luego, con Nazarí, sacó lo mejor del fondo del murube gracias a esa varita mágica que es el temple sumo. Y con Lío, emergió un puñado de quiebros de eléctrica emoción que pusieron de manifiesto la capacidad de Diego Ventura para desenvolverse y crear en el filo alambre de lo sublime. No mereció su faena el fallo a espadas, pero el toreo es así. Así como luego lo hizo Diego Ventura ante el quinto para declararse dueño y señor.