Deslumbrante Ventura en Almazán

01/09/2018
ALMAZÁN
Dos orejas y dos orejas
Soto de la Fuente
Si terminó agosto como un cohete, Diego Ventura arranca septiembre a igual ritmo y hace pleno hoy en Almazán tras desorejar a sus dos toros de Soto de la Fuente, ambos de buena condición. Comienza hoy para el jinete de La Puebla del Río una primera parte del mes que se antoja otro de los tramos fuertes de su temporada, ya que casi va a enlazar dieciséis días de toros sin parar. Desde hoy en Almazán y hasta Murcia. De momento, el inicio no ha podido ser mejor. La suya en tierras sorianas ha sido una tarde plena y rotunda, fresca y maciza, que sirve para corroborar –si es que hiciera falta- su momento y el de su cuadra. Dicho queda que ha tenido delante dos buenos toros de Soto de la Fuente, que se han movido y que han tenido nobleza y boyantía. Al primero, lo paró con Bombón y le formó un lío en banderillas con Fino y Bronce, dos caballos que, contado queda ya, vienen protagonizando una temporada soberbia que les confirma como dos de los ejes de la cuadra venturista. Con Bronce, exhibió Diego un dominio total de los terrenos más comprometidos. Pero, además, un dominio basado en el valor más puro, pero también más racional. Destilan torero y caballo una seguridad apabullante y derrocha pura clase cuanto hacen ante la cara de los toros, tan cerca, tan despacio, tan bello, tan perfecto. Es lidia honda y estética natural. Una delicia que, incluso al menos ducho en el rejoneo, le transmite una luminosa sensación de elegancia deslumbrante. Antes, con Fino, apuró Ventura como es costumbre hasta el precipicio del momento último para quebrar y dejarse radiografiar los pechos del caballo de cuanto carga la suerte, de cuanto asume y torea la acometida del toro y de cuanto de cerca se la pasa. En este caso, lo que pellizca al público es sincera emoción. Tras las cortas, mató de manera superior con Remate y se aseguró a las primeras de cambio la puerta grande al cortar las dos primeras orejas. Un premio que repitió en el cuarto, otro buen ejemplar de Soto de la Fuente, que le permitió torear despacio de salida con Lambrusco y luego componer un bellísimo tercio de banderillas con Guadalquivir. Las imágenes de la galería de González Arjona hablan solas. La clase que derrama el caballo es un deleite. Se deja llegar a los toros una enormidad, yendo de frente a ellos y toreándolos también con los pechos para pasárselo muy cerca y muy despacio por toda su anatomía en muletazos de pulso vivo que saben a torería de la cara. También al clavar, propicia la reunión con tanto ajuste como verdad y hace las suertes con natural suficiencia. La espectacularidad la puso Diego Ventura luego con Quillas y esa forma inédita de llegar a los toros en levadas sostenidas hasta el último segundo que deslumbran y emocionan. Mató también del primer intento con Prestigio y remató su pleno en otra tarde justo de eso, de total plenitud.