De vuelta

28/02/2022

ATARFE
Dos orejas y dos orejas
Prieto de la Cal

 

Como terminó, empieza. Una costumbre ya. Como si el invierno no le hubiera puesto pausa alguna al caudal de toreo y triunfo con que finalizó 2021. Como si no necesitara del tiempo lógico para que él y sus cabalgaduras le cojan el pulso a la actividad. Como si torear y triunfar le fueran tan comunes como respirar… Diego Ventura está de vuelta. En el mismo tono, en el mismo son, al mismo paso marcial de quien no concede ventaja alguna a sus competidores. Quiere que, más que nunca, 2022 sea año de competencia y de retos, de apuestas a lo grande. De más encastes, de las mejores plazas, de cualquier compañero, pero el de La Puebla avisa desde pronto: no hay tregua ni pausa.

Así las cosas, la primera de sus comparecencias la abrocha Ventura con cuatro orejas que pudieron ser más de haber concedido el palco el rabo que le pidieron en su segundo, otra plaza llena a reventar, el público con ganas de más, los caballos consagrados a su mejor nivel y los nuevos, confirmando por qué han sido elegidos y, sobre todo, dejando en el Coliseo de Atarfe dos faenas grandes, arrolladoras, inapelables. La primera de ellas, a un noble toro de Prieto de la Cal -apuesta de nuevo por veraguas-, que se dejó hacer y al que Diego le hizo cuanto quiso. Desde que lo templara con Campina como quien convence con una sola caricia, para luego, ya en banderillas, bordar el toreo por dentro y de costado con Velásquez antes de clavar al quiebro y salir de la suerte con precisión de relojero suizo. Aunque fue con el proverbial Bronce con el que, como de costumbre, alcanzó una vez más lo sublime al torear en terrenos prohibidos que hace suyos como quien pasea por la plaza de su pueblo. Disfrutando, altanero, presumiendo, mostrándose, dejándose querer, dominando con autoridad apabullante. Con cabezal y sin él. Bronce, como Diego Ventura, también está de vuelta. El par a dos manos con Guadiana y el carrusel de cortas antes del rejón coronaron la obra de manera impecable.

En absoluto se permitió bajar el listón con el segundo de su par, al que paró y fijó con Guadalquivir de manera magistral, sobre el terreno preciso, no más. Ahí, en ese vértigo, quebró y clavó con Fabuloso. Ejercicio de funambulismo a caballo. Sobre el fino alambre del ajuste más total. Tanto como dan cuenta las fotos de Arjona que ilustran esta crónica. Y después, otra versión de cómo quebrar con Lío, allá donde los pitones rozan, electricidad pura, del infinito a cero, del todo a lo más. La plaza fue un hervidero ya con las dos primeras banderillas de Ventura a su Prieto de la Cal con Lío. Debutó Güero en el último tercio para dejar un milimétrico y muy ligado carrusel de cortas antes de un certero rejón que desató la más alta petición. Incontestable Diego Ventura, que está de vuelta. Que empieza como terminó…