Compromiso de figura

01/10/2023
1/10/2023
LAS ROZAS
Silencio y dos orejas
María Guiomar Cortés de Moura

 

Entre el desacierto con el rejón de muerte y las contadas opciones de lucimiento que le dio su primer oponente de Cortés de Moura, salió Diego Ventura a por todas en el cuarto en Las Rozas. Otro toro que tampoco le ayudó demasiado porque le costó calentarse y romper hacia adelante, que no es que lo hiciera de verdad en ningún momento. Pero tales terrenos le pisó Ventura, tanto le consintió, tan arriba le llegó para provocar sus arrancadas, que, cuando éstas surgieron, las cuajó pulseándolas con magisterio para prolongarlas en un ejercicio de hondo conocimiento y oficio. Toreó Diego a centímetros, como si los caballos fueran una muleta que nunca se fuera de la cara del burel y ahí estuvo la clave de la faena del rejoneador cigarrero, que la culminó con un certero rejón final que le aseguró la puerta grande.

Justo eso, la suerte con el acero, le dejó sin recompensa en su primero, que fue un toro de escaso celo. Tuvo también que ir siempre a buscar las embestidas para que los embroques se produjeran en terrenos de enorme compromiso porque siempre tuvo que hacer las suertes en distancias muy cortas. Los conquistó Diego Ventura con la suficiencia de quien conoce todos los secretos y de quien alcanza un nivel tan absoluto de compenetración con sus caballos. Sólo la faltó la rúbrica del rejón.