Como si estuviera empezando…

01/10/2022

HELLÍN
Ovación y dos orejas
El Soldao

 

En el estado de gracia en que vive, nada se le resiste a Diego Ventura. Ni siquiera, como hoy, un lote de toros de El Soldao muy poco colaborador por parado y, sobre todo el segundo de ellos, rajado y metido en tablas. Y fue justo a éste, al menos potable, al que le cortó las dos orejas. Doble premio indiscutible y solicitado con clamor en la plaza, que se entregó sin condición a la entrega del genio de La Puebla del Río. Que se inventó esa faena. Apenas le sostuvo el toro el envite de salida con Campina porque, ya en banderillas, se puso cada vez más huidizo hasta encerrarse el toro al abrigo de las tablas. Y allí que se fue a buscarlo Diego, sin excursarse en lo que tenía delante, sino todo lo contrario, dedicándose a imponerse a él. Y no había otra que eso, que ir a buscarlo y presentarle batalla en su cueva. Con Fabuloso, citó muy en largo Ventura, al modo Lío, llegando al embroque galopando y frenándose a escasos dos metros, pero ni ahí ni así respondía el burel. Le dio igual: el torero se quedó esperando que el de El Soldao se decidiera, acortando cada vez más las distancias, llegando a un punto donde ya parecía imposible capacidad alguna de reacción, pero la había porque, aun sin responder el cuatreño, se le echaba encima Diego para clavar en un cara o cruz que destilaba emoción de la de verdad. Como luego con Bronce, con el que hubo de llegar también al máximo posible para hacer la suerte. Incluso sin cabezada, se la jugó en una banderilla con el toro completamente cerrado, sin querer salir de ahí, pero se metió Ventura dentro de su mansedumbre para buscarle las vueltas al burel y clavar. Sin cabezada, cabe insistir. La plaza estalló en un clamor, que el jinete remató con Guadiana para alzarse con las citadas dos orejas.

Solo le faltó eso, el acierto final con el rejón de muerte en su primera faena, que pinchó y en la que precisó del descabello. Antes de eso, lo tuvo que poner todo también de su parte para extraer y exprimir cada embestida de otro toro parado y que no ayudó desde el saludo con Guadalquivir. La clave fue, otra vez, llegarle muy arriba para provocar esas acometidas que parecían no existir, pero que Diego Ventura sacaba con suficiencia gracias al valor callado de Velásquez y la clase ten templada de Nómada. Le sacó el torero cigarrero mucho más de lo que apuntó el toro de El Soldao en una faena que fue otra lección de oficio y de capacidad, pero con la actitud de quien estuviera empezando en esto…