Arrollador

13/09/2018

GUADALAJARA
Oreja y dos orejas
Luis Terrón

Arrollador, de quien cumple siempre con las mejores expectativas de éxito. Arrollador, de quien no tiene freno a su ritmo. Arrollador, de quien rompe todos los techos de la capacidad de sorpresa. Arrollador, de quien vive instalado en otro nivel que, además, eleva por día. Arrollador, de quien tiene en propiedad la virtud de manejar las circunstancias y ponerlas de su parte. Arrollador, de quien deja a su paso una estela de luminosa felicidad entre el coro popular que le celebra como una leyenda vida, como un gigante cercano, como un genio de carne y hueso. Arrollador Diego Ventura, como hoy en Guadalajara, pintando de colores una tarde para evitar que se perdiera en el anonimato de una tarde más.

Arrollador ante el toro bueno –el quinto- y el que se prestó menos –el segundo-. Arrollador, de quien, más que arrasar, convence desde la primera caricia al recoger sobre la grupa de Campina y de Lambrusco a sendos oponentes, meterlos en el canasto de su voluntad y sentar sin más las bases de lo que él quiera. Toreando, que es como ordenar un caudal incontrolado, salvaje, para darle sentido y tiempo propio. Arrollador como con Nazarí y su prodigiosa facilidad para dominar todos los terrenos, todos los espacios y todos los tiempos. Cambiando, incluso, cuánto dura. Con Nazarí en el ruedo, el tiempo del tiempo de una embestida dura lo que Nazarí quiera. Y Ventura, claro. Arrollador, de quien multiplica la duración de un quiebro con Lío. O de quien muestra las suertes enseñándolas desde lejos para luego, a la hora de hacerlas, hacerlas al ralentí y mostrarlas mejor todavía, como con Guadalquivir. O de quien invade los dominios de la bravura con el valor descomunal y la apabullante seguridad de Bronce. O de quien cambia la tónica de lo visto hasta ahora para imprimirle a una levada perfectamente bella el mismo significado de un cite muy de frente y concediendo todas las ventajas. Como con Quillas. O de quien detiene el reloj del embroque y lo pone a andar al paso como con Remate para rematar su obra con la gracia de un puñado de cortas al violín.

Arrollador para cuajar al toro soso y para enloquecer con el de más fondo. Arrollador, de quien lleva en septiembre siete de ocho puertas grandes y porque la lluvia se encargó en Albacete de que todo durara menos de lo que debió. Arrollador, de quien parece cada día más fresco, más inspirado, más elevado, más pleno, más él mismo… Arrollador como arrolla la evidencia de que lo que es, es y sólo puede ser de esa manera. Arrollador Diego Ventura, un animal del toreo. Una leyenda vida, un gigante cercano, un genio en carne y hueso. Diego Ventura, arrollador. Que le pregunten si no a Guadalajara…