Cuatro orejas para una tarde de supremacía absoluta

Diego Ventura ha cuajado una soberbia tarde en Las Ventas, demostrando de quién es la supremacía en el artel del rejoneo. Cuatro orejas y la segunda Puerta Grande en poco más de una semana así lo atestiguan. Lo de Ventura en Madrid ha sido un despliegue de superioridad, pero también de magisterio y de saber estar.

Su actuación ha sido de lo más completa en los dos toros, pero ha sobresalido también fue forma de estar, siempre muy sereno, andando con una seguridad pasmosa por la plaza y sin hacer un solo movimiento de más. Ventura se ha comportado como lo que es, un figurón del toreo a caballo, ante la afición más exigente de España.

El despliegue del huracán de La Puebla comenzó en su primero, donde dio un golpe de autoridad al desorejarlo. A este toro lo paró con Maletilla, doblándose muy bien con él en los medios, llevándolo siempre enclado en la cola. Le puso sólo un rejón de castigo, dejándolo crudito.

A continuación sacó a Revuelo, con el que puso dos palos lidiándolo perfecto y poniéndolo en suerte con mucho temple, siempre dándole las ventajas al toro. En el segundo palo lo sacó a los medios adornándose antes de clavar describiéndo círculos alrededor del toro dándole los pechos del caballo antes de clavar. Llevó siempre al toro en la concha, templándolo y metiéndose por dentro por sitios inverosímiles.

Pero la intensidad de la faena seguiría creciendo con Distinto, con el que puso dos palos soberbios esperando al toro, andándole para atrás. Cerró con califa poniendo tres cortas y recetándole un rejón fulminante que puso en sus manos las primeras dos orejas.

En el quinto redondeó el triunfo con otra actuación magistral en la que ni siquiera un toro rajadito pudo impedirle cuajar una gran faena. Comenzó con Chocolate esperando al toro en chiqueros, pero como el de Los Espartales no le hizo caso. Diego, paciente, no desesperó y terminó metiéndolo en la canasta, colocándole un solo rejón de castigo para dejarlo vivo.

Este toro tuvo calidad, pero siempre presentó la tendencia a rajarse, por lo que Diego tuvo que emplearse en una labor muy inteligente. Con Nazarí lo bordó literalmente en galopes a dos pistas que pusieron a la plaza en pie. Con él colocó dos banderillas de poder a poder que imprimieron mucha emoción a la faena.

La lidia a este toro fue perfecta, impidiendo en todo momento que el animal se rajara. Con Morante colocó dos banderillas yendo de frente, con mucha verdad, tras lo que se adornó con los habituales bocados de este caballo en el morrillo del toro. De nuevo terminó con Califa ligando las cortas antes de matar de otro rejón fulminante que selló una tarde para la historia.

30/05/2010

Madrid
dos orejas y dos orejas
Toros: Los Espartales


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