Y volvió Guadalquivir…

 
07/07/2019
ESTEPONA
Oreja y dos orejas y rabo
Diego Ventura
 
Diego Ventura ha sumado en Estepona su quinta puerta grande consecutiva en apenas veinte días y enlaza su mejor serie triunfal de lo que va de temporada. Fue entre enero y febrero, aún en México, cuando sumó un póker de salidas a hombros que hoy supera con su triunfo de tres orejas y un rabo en la ciudad costasoleña. Con todo, y aún siendo excelentes, la gran noticia de la jornada trasciende los números que constatan el liderato del cigarrero en este tiempo del toreo, y tiene que ver con la reaparición de Guadalquivir, uno de los puntales de su cuadra hasta que resultó herido el 15 de septiembre del año pasado en Villacarrillo. Han sido casi diez meses de convalecencia fuera de los ruedos hasta que ha podido regresar y hacerlo al mismo nivel sideral al que estaba cuando cayó. Porque lo de Guadalquivir hoy en Estepona ha sido una exhibición de clase macerada con ese punto de madurez que en este caballo siempre asomó desde siempre. Porque ya no es sólo la elegancia con la que ejerce cada suerte, sino la solidez con la que empapa los tiempos de la lidia en que interviene. Y cómo se va de frente en busca de las embestidas. Y cómo las abarca como un capote abierto y presentado con las palmas de las manos, así boca arriba. Y cómo torea la embestida entera, como dejándose radiografiar los pechos de tan despacio y de tan cerca como se pasa los pitones de los toros. Todo ello hizo hoy para dejar Estepona impregnada de aroma a otra cosa. Esa esencia única de lo único. Como Guadalquivir, que hoy ha vuelto… Con él cimentó Ventura la faena al segundo toro de su lote, que paró con Velásquez y que, como si fuera una metáfora de su momento y del de su cuadra, siempre en crecimiento, siempre en renovación, pero desde la consolidación de los caballos que son estrellas, cuajó después con Dólar, un animal para el que no existen los límites a la hora de hacer las suertes con mayor perfección. Mató de un rejón entero y de efecto fulminante, con lo que los máximos trofeos cayeron inapelables. Una oreja obtuvo de su primero, que tuvo buena condición también y al que bordó, sobre todo, con Hebreu en el tercio de banderillas. Otro descubrimiento, otra de las últimas incorporaciones, otro fruto de la factoría sin fin de Diego, que hoy maravilló al público malagueño por su expresividad.