Una cuestión de solvencia

 
29/06/2018
ÉVORA
Vuelta y vuelta
Canas Vigouroux
 
La solvencia es una condición sine quanon de quienes son líderes. Forma parte de su distinción, de lo que les destaca y hace eso, líderes. Únicos. Que Diego Ventura lo es resulta obvio a estas alturas. Basta repasar sus hechos, sus logros y, como hoy, la forma de hacerlos suyo. Y no es sencillo defender esa condición de líder, que se termina asiendo a la piel de quien lo es marcándole una exigencia mientras lo sea. Que mantenerse es más difícil que llegar es evidente, innegable. Por eso el valor tan incuantificable de quien, más que mantenerse, habita y domina como si pareciera para siempre ese cima. Es el caso de Diego porque, como en Évora, remonta curvas y cuestas arriba para seguir arriba de la cuesta. Sin tenerlo nada fácil, como en el primer toro de su lote, de Canas Vigouroux, desconcertante de malo, de indefinido siempre, de ingrato. Un toro malo sin paliativos, cuya lidia fue como salvar un campo de minas. Lo hizo Diego por eso, porque en él la solvencia es condición sine quanon, su distinción, lo que le destaca. Lo paró con Guadalquivir para luego construir pasajes de inusitada brillantez con Nazarí, con el que todo parece mucho más sencillo de lo que realmente es. La forma en que Nazarí le puede a todos los toros, a los buenos y a los malos es, eso, solvencia. Y, como consecuencia, una garantía de éxito. Nazarí es infalible: no se le recuerda una actuación desacertada... Tuvo mucho mérito la última parte de la faena con Lío, dada esa condición desabrida del astado, al que el caballo se pasó por los pechos sin duda alguna en varios quiebros de impacto grande. Por eso obligó el público a Diego Ventura a dar la vuelta al ruedo: por su solvencia y su actitud decidida antes que taparse con el argumento sólido de la falta de colaborador. Algo más sí halló en se su segundo, del mismo hierro, con el que Ventura pudo sacarse la espina de la amargor anterior y disfrutar algo más que en el capítulo anterior. Utilizó de salida a Lambrusco, tras el que sacó a Fino, con el que destacó una vez más, por ejemplo, clavando al quiebro después de frenarse en la misma cara del toro y ahí, con todas las ventajas para el de Canas, provocar la arrancada y hacer la suerte en lo que dura un respiro. Siguió con Importante, que ganó madurez ante un enemigo exigente y que se venía muy de frente, a lo que la cabalgadura respondió con firmeza y seguridad. La entrega máxima se puso de manifiesto en las cortas finales al violín con Remate y con Diego Ventura volcado sobre el morrillo, con lo que llegó mucho al tendido. Al término de su actuación, recogió el caballista hispalense la aprobación unánime de la afición lusa en una vuelta al ruedo, la segunda de la noche, ganada a golpe de solvencia.