Preparado y a la espera

30/09/2018
POZOBLANCO
Dos orejas y ovación
Luis Terrón
Está preparado. No quedaba duda alguna a tenor de la temporada que se viene marcando. Quizá –y ya es decir- la más redonda y deslumbrante de su ya de por sí deslumbrante vida artística. Pero el mes de septiembre que se ha marcado Diego Ventura le declara en plenitud de todo para lo que le viene de inmediato: la tarde más importante de su vida. Ha toreado once corridas y ha cosechado diez puertas grandes. Con un matiz a tener en cuenta: el único día que salió a pie fue el de Albacete, cuando la corrida se terminó antes de tiempo como consecuencia de la lluvia. Y aunque el dato es muy relevante, no es sólo el valor del dato lo que cuenta, sino lo que él significa y el montón de faenas grandes –muy grandes, algunas- que hay tras él. Hoy rubricó todo ello en Pozoblanco, en una tarde en la línea de ambición, de capacidad, de seguridad, de recursos, de imaginación para hacer de la improvisación un puro espectáculo, de solvencia y de tantas cosas más. Fue el de hoy otro despliegue ante un lote de toros de Luis Terrón que tuvieron como virtud la movilidad, lo que siempre ayuda a que eso, el espectáculo, sea más factible. Cierto es que fue más ductil la movilidad del segundo que del primero de su lote, pero si de tocar teclas se trata, Ventura hace mucho tiempo que es un prodigio de ello hasta construir sinfonías aun en las condiciones más a la contra. Aunque, por ser justos, no fuera exactamente hoy así, pero cierto es que a todo se impuso Diego que, además, desplegó un día más el inagotable fondo de armario de su cuadra. Sólo haber pinchado a su segundo le privó de un balance mayor que las dos orejas que obtuvo en su primera actuación. Sólo eso, porque lo demás, todo lo demás, dejó la constancia inapelable de que Diego Ventura está en el punto de sazón exacto para el día más definitorio de su vida. Preparado y a la espera.