Poco premio para tanto

19/05/2018
LUCENA
Ovación y oreja
Diego Ventura
La falta de puntería con el rejón de muerte frustró hoy el pleno de puertas grandes en el arranque de temporada de Diego Ventura. Pinchó el jinete a sus dos toros frustrando así un premio mayor a la única oreja cortada. Un balance que no hace justicia a su nivel en el conjunto de una tarde en la que rayó a su nivel habitual. Y ello significa que el público encontró correspondencia a su expectativa. Y que se divirtió y se entusiasmó con la ilusión naciente que es Universo. Y con la versatilidad de Bronce. Y con la genialidad de Nazarí. Y con el temple innato de su hijo, Importante. Y con la perfección hecha doma en Dólar. Sirvió y mucho el primer oponente de Diego Ventura, de su propio hierro. Un buen toro al que disfrutó toreando de costado y quebrando en espacios imposibles con Universo, un caballo que apenas se está estrenando en la cuadra del cigarrero y que está llamado a ocupar un lugar importante en ella. Como ya hace Bronce, un animal de tremendas capacidades que, como consecuencia, ofrece a Diego muchas opciones también en función de cada tarde y de cada toro. Hoy se lució Ventura con él en banderillas ejecutadas yendo muy de frente, toreando desde el embroque y hasta la salida de la suerte. La cima de esta primera faena llegó con Dólar. Desde luego que en el rehilete que puso a dos manos sin cabezada en el caballo, pero también en otra anterior que fue un compendio hermoso de cómo hacer la reunión: de cómo meterse al toro bajo el estribo, de cómo se funde el caballo con la bravura colocando su cuerpo con una naturalidad que fluye, con una entrega que es sincera, pura doma, pero puro corazón también. Tras las cortas con Remate, se sucedieron los pinchazos que lo dejaron todo en una ovación. Aunque con menos prestaciones que el primero, el segundo toro de su lote se dejó en la medida suficiente como para que Ventura lo cuajara también. Tras recibirlo con Lambrusco, firmó una de las cumbres de la tarde montando a Nazarí, empeñado en ampliar cada día, cada tarde, su leyenda viva. Ésa que, en gran medida, se escribe en nombre del temple, un don que, en su sangre, se torna privilegio. Otra vez lo derrochó al torear de costado llevando hilado al toro a sólo milímetros. Sin un tirón ni una sola brusquedad. Con un tacto de seda, con pulso de terciopelo. Tres banderillas clavó Diego Ventura con él, que fueron también una cátedra de toreo a caballo. Lo tuvieron todo. Eso que llaman cánones. Luego salió Importante, que también lleva el temple, el dominio del tiempo en su sangre, y así lo expresó en dos palos brillantes. Llovía y cada vez más al tiempo en que Ventura mantenía alto el nivel de intensidad con las cortas al violín con Remate. Lástima que otra vez se torciera el acierto con el rejón de muerte porque la oreja cortada se quedó corta frente a lo que el conjunto de la tarde de Diego Ventura dio de sí.