Noche mágica en San Luis

08/11/2019
SAN LUIS POTOSÍ
Ovación y dos orejas
Zacatepec
 
El libro que cuenta la carrera de Diego Ventura está plagado de capítulos que narran hermosas tardes (o noches) de toros. Emotivas, rotundas, intensas, espectaculares, plenas, deslumbrantes. Entre ellas, se anota ya ésta de hoy en la Monumental El Paseo de San Luis Potosí, a la que el jinete cigarrero ha vuelto nueve meses después para reconquistarla y enamorarla. Porque ha sido la de hoy una noche pletórica de Ventura ante un buen lote de toros de Zacatepec –el segundo de ellos, aplaudido en el arrastre-, que se movió y que se prestó a la exhibición de toreo total que es marca de la casa para felicidad de un público entregado y en absoluta comunión con cuanto el Genio le regalaba en el ruedo. La faena del triunfo fue la del quinto, Generoso de nombre, y que, en efecto, se comportó con generosidad en un buen puñado de embestidas ciertas y con mecha que fueron miel sobre hojuelas para que Diego desplegara su arsenal y su concepto. No hubo ni un solo tiempo muerto en una espiral continua de toreo luminoso y radiante, en la que sacó a Joselito a torear en banderillas y con Frascuelo, por ejemplo, a muy alto nivel. Apuró los embroques hasta el último momento posible en quiebros que cortaban la respiración y provocó los encuentros echando por delante los pechos del caballo, que, como si tuviera en ellos una muleta, se pasaba muy cercaba los pitones para torear por completo la embestida del burel. El par a dos manos sin cabezada con Dólar fue más gasolina a la hoguera que ya era la Monumental y el rejonazo tan perfecto, tan por arriba, tan fulminante con Prestigio, el corolario a una faena y a una noche mágicas. Dos orejas y nueva puerta grande. Le falló el acierto ante su primero, del que también podría haber tocado pelo después de una faena de una intensidad total en la que reapareció Chalana en los ruedos tras algún tiempo a otras cosas y engrandeciendo en otros ámbitos la yeguada de Diego Ventura. Regresó como siempre fue: con su clase exquisita que reviste de clase tanto valor innato para pisar con una serena seguridad terrenos que lo son al límite para batir, para quebrar, para clavar y para salir con apretadas piruetas, redondas y completas como luna llena. Belleza pura. El remate en esta primera actuación de Diego lo puso, cómo no, Bronce, un caballo esencial ya para entender la Tauromaquia de su torero. Se metió y conquistó terrenos prohibidos, los redujo aún más para hacerse más grande todavía, se quedó a vivir en ellos en circulares interminables, como dominando con la mirada al toro de Zacatepec. Porque Bronce torea con la mirada, porque a los ojos mira cuando coloca su cara tan entre los pitones y pareciera que susurrara a los toros, como convenciéndoles de lo pleno de embestir. La manera en que Ventura templa a sus oponentes con los pechos de Bronce puede ser incluido ya entre los cánones del rejoneo. Mereció su obra un premio mayor, pero el desacierto con el rejón de muerte lo redujo a una cerrada y prolongada ovación.