Una noche maravillosa

 
26/07/2019
SALVATERRA DE MAGOS
Vuelta y vuelta
Alves Inácio
 
Tuvo emoción la faena de Diego a su primero toro de Alves Inacio, al que recibió a portagayola con Campina sin mediar más probatura, yéndose de frente a por él y tomarlo muy en corto nada más salir para clavar el rejón de castigo. Un arranque sorprendente para el tendido, que pronto entendió que venían curvas fuertes. Las curvas del diapasón en la intensidad de una actuación con la virtud de la continuidad en su vibración. Fue noble el toro y se movió, a lo que Ventura le sacó el máximo partido al empaparlo de caballo como los vuelos de una muleta viva siempre puestos por delante. Se dobló con magisterio con el burel sobre los cuartos traseros para fijar su celo y quedárselo prendido. Ya en banderillas, alcanzó Diego el techo de su actuación en cada rehilete que clavó al quiebro con Lío, que fueron como destellos de magia en medio de la noche de Salvaterra. Su obra ante el quinto, que fue bravo, fue un portento por la decidida ambición y la ambiciosa decisión con que dominó el pulso en cada uno de sus tiempos. Apretaba el ejemplar de Alves Inácio y respondía el jinete con pureza suma como en el saludo con Joselito, que es un derroche de clase y seguridad en cada una de sus evoluciones. Nazarí encumbró –otra vez- la mayor dimensión posible del temple, Guadalquivir se fue a vivir a la cuerda floja donde, de tanto apurar, las distancias casi desaparecen, en lo que, con Dólar, clavó Diego Ventura un par soberbio a dos manos sin cabezada, que fue el mejor broche posible a una noche maravillosa.