Como tú te mereces, Paco

22/09/2019
MURCIA
Dos orejas y oreja
Los Espartales
 
Hoy se iba el compañero que siempre estuvo. El hombre de confianza de verdad. El torero que todo torero quiere tener a su lado. Por solvencia profesional, por talante personal, por sumar siempre. Una de esas personas que hace grupo y equipo, que aglutina, que comprende, que arropa, que arranca una sonrisa cuando es tiempo de sonrisas y, lo que es más importante, cuando más falta hace una sonrisa. Hoy se iba Paco Cartagena, el hermano del ídolo, con quien a Diego tanto le ha gustado hablar en tantas ocasiones sobre cómo era el ídolo. Hoy se iba un profesional ejemplar a quien todos los compañeros y la afición de Murcia, la plaza elegida por él para irse, le brindaron el homenaje más que justo tras el paseíllo. Y se llevó la ovación que merece. Y el reconocimiento que merece. Y el abrazo que merece. Y el brindis que se merece de quien un día y ya para siempre quiso tenerle a su lado. Por eso hoy quería Diego Ventura ser el mejor Diego Ventura posible para así corresponder a su subalterno en la misma medida en la que Paco lo dio todo siempre. Quiso hacerlo y pudo hacerlo dedicándole una tarde de plenitud (una más…) más allá de la condición de los toros. Fue el primero de Diego Ventura un buen toro, al que cuajó en toda su dimensión. Salió algo frío, a su aire, pero lo fijó de inmediato llegándole mucho para encelarlo y ya no soltarlo nunca de su dominio. Lidia toda para luego disfrutar y hacer disfrutar en el núcleo de la faena que es el tercio de banderillas, donde el rejoneador de La Puebla del Río impuso su momento de plena inspiración para, de nuevo, llegar un poco más lejos de lo común, adentrarse y conquistar los terrenos más exiguos para hacer el toreo en la máxima pureza y con el máximo ajuste. Dentro del tono alto general de todo el trasteo, fue capaz Diego de imprimirle una tendencia creciente en cada batida, en cada encuentro, en cada suerte, en su autoridad donde los espacios dejan de serlo. Mató de rejón inapelable y obtuvo las dos orejas. El segundo no sirvió nada y, aún así, le cortó una más. Fue un toro muy deslucido por manso y a la defensiva, reservón y acometiendo con arreones. Nunca le volvió la cara Ventura y encaró cada suerte como si fuera bueno por más que muchas de ellas fuera casi un cara o cruz por lo incierta de la reacción del burel. Nada que excusar. Y Diego fue Ventura de principio a fin. Desde el recibo a portagayola hasta cada quiebro tan al límite, pasando por cada embroque sostenido en el tiempo de tanto quedarse en la cara, de tanto no irse nunca. Como hubo de descabellar, el premio se redujo a un apéndice, si bien, el poso con que se queda Murcia es que de nuevo tuvo ante sí al Genio que fue a buscar. Además, era justo lo que Paco Cartagena merecía el día que se iba de aquello que ha honrado con su comportamiento de cada día. ¡Hasta siempre, torero!