Ventura se impone con Nazarí a pesar de todo

Dos ovaciones que debieron ser más. Pudieron serlo, pero no es Diego Ventura hombre ni torero de medias tintas. Él aspira siempre al todo, nunca al casi. Por eso le tocó esta vez guardarse las dulces mieles del triunfo para otra noche que habrá de venir, allá por junio. Y eso que, por un momento, el sevillano hizo crujir los cimientos de Lisboa… Diego Ventura le metió fuego literalmente a los tendidos de Campo Pequeno ya en su primero nada más hacerse en el ruedo con Nazarí para el tercio de banderillas. Antes, de salida, tuvo que sufrir una y otra vez el genio defensivo del toro de Pinto Barreiro, tosco y peligroso, cortando el viaje, mientras le duró la bronca, pero manso y rajadísimo en cuanto se supo podido. Le tocó a Silencio -debutante esta temporada- poner mucho temple y más valor para domeñar las oleadas de mentira del burel. Pero salió el jinete a la plaza con Nazarí y a por el toro que se fue sin dudarlo un instante para echarle el caballo encima, coserlo a su estribo, encelarlo más allá de lo que su instinto le dejaba y, a base de toques imperceptibles con pulso de cristal, recorrer así media plaza a milímetros el cuatreño de la cabalgadura. Rugió Lisboa puesta en pie cuando Diego culminó su milagro particular al clavar la primera banderilla muy por los adentros y antes de que el de Pinto Barreiro digiriera el lío que le habían formado. Más vencido aún, se aquerenció ya por siempre el toro en los terrenos de la mentira y una y otra vez se fue a por él el torero para abrirlo entre el tercio y los medios y, dándole toda la plaza de distancia, clavar batiendo en el último suspiro porque, parado, el toro apenas acometía. Quiso terminar ahí Ventura su faena, pero no le dejó el público que le pidió una banderilla más. Era casi imposible, pero el sevillano, cuyo hábitat natural es el mundo de los retos, aceptó el envite y agarró el garapullo para clavarlo en la misma puerta de chiqueros con el toro aculado en tablas. La plaza era un clamor… Lástima que se demorara la labor de los forcados de Alcochete, que tuvieron que renunciar a su pega de vencido que estaba ya el cuatreño después de varios intentos llegando a la cara misma del barreiro. Con todo, Campo Pequeno, rendida, le pidió con fuerza la vuelta al ruedo al rejoneador de La Puebla del Río. Éste prefirió invitar a la siguiente y recogió desde el tercio una cerrada ovación de reconocimiento y admiración del público lisboeta. Una cosa buena tuvo su segundo toro: prontitud, pero le faltó todas las demás. Ni clase, ni casta, ni celo, ni raza. Lo recibió Diego con Suspiro –otra novedad en la cuadra de 2015- y clavó con él dos rejones de castigo de similar factura buscando encelar al toro, provocarle, enfadarle. Seguía éste a la cabalgadura, pero con un trote tenue, sin transmisión y, lo que es peor, midiendo siempre. Sacó Ventura a Sueño en banderillas y ejerció con él una labor eminentemente lidiadora porque cada suerte, cada embroque estuvo precedido por los intentos del torero de encender la embestida de su enemigo, de centrarle en lo importante. Llegándole mucho, provocándole, echándole el caballo encima antes de fijarlo para el encuentro. Lo conseguía. Y se arrancaba pronto el toro, pero sin ir nunca franco y se frenaba justo en el momento de la verdad, lo que obligó a Ventura a corregir varias veces la ejecución de la suerte porque el burel se ponía por delante. Dos banderillas clavó dejando al toro en los medios, citando él desde casi las tablas y dejando que el de Pinto Barreiro le llegara todo lo posible para que así la suerte saliera emotiva. Terminó descontento el de La Puebla de la respuesta que recibía, el gesto contrariado y el paso dado a los forcados de Amadores de Lisboa. No dejó la noche en Campo Pequeno el resultado al que Ventura aspiraba, el que le llena siempre, el único que le reconforta: esa sensación única del toreo que surge y que fluye… No le acompañó para nada su lote de barreiros. Tendrá que esperar a esa otra cita grande del próximo 18 de junio mano a mano con El Juli. Aguardándole está ya Lisboa con el eco aún candente de su propia emoción por un tercio de banderillas con Nazarí sólo a la altura de los que son dueños de las claves más íntimas del toreo.  
09/04/2015
 Lisboa
 ovación con fuerte petición de vuelta y ovación
Pinto Barreiro