Ventura, por encima del resultado

15/09/2017
ALBACETE
Ovación y oreja
María Guiomar Cortés de Moura

En condiciones normales, Diego Ventura tendría que haberse ido hoy en volandas de Albacete. En hombros de la misma gente que lo había aclamado en el conjunto de otra tarde maciza, de las de marca de la casa. Lo impidieron dos cosas: de un lado, que pinchara a su primero. Y de otro, que el palco no ejerciera su derecho de conceder el segundo trofeo que abre la puerta grande. Entendió el presidente que no procedía ese segundo trofeo por más que miles de personas lo estuvieran pidiendo al unísono. Fue la respuesta popular a la gran faena del jinete cigarrero a su segundo toro, al que, como a tantos tantas veces, cuajó de principio a fin con Nazarí, para el que ya se agotan los calificativos. Nazarí parece un mago. Un mago de ésos que hipnotiza, que se adueña de la voluntad de a quien tiene enfrente para mandar sobre él. Nazarí sale al ruedo, hace suyos esos terrenos que, por pura ley física, son del toro hasta que llega él, imanta al animal, se lo cose a su voluntad y conduce ésta hasta dónde quiere y durante el tiempo que quiere. Como tantas veces, pero si como cada vez fuera por primera vez. Por eso los públicos se asombran y se emocionan y rugen cuando lo ven. Diego Ventura y Nazarí quintaesencian el temple en el arte de torear a caballo cada vez que se juntan en una plaza de toros y con independencia de cómo el contrincante sea. Por ejemplo, hoy en Albacete. Parecería increíble si no fuera un milagro que se cumple a diario.

En una prolongación más de su dominio y de su capacidad, Ventura sacó a Fino para dar un recital en banderillas ejecutadas en ese canto de la moneda donde todo es a cara o cruz. En esa frontera que da tanto vértigo que muy pocos llegan a ella y muchos menos la sobrepasan. Ventura, no. Ventura se monta encima de esa frontera como quien camina por el alambre y es feliz así. Como quien necesita del vértigo para sentirse vivo. Y Fino es ese nuevo caballo, ese otro cómplice que le concede el deseo de caminar en esa frontera que es límite, pero también horizonte. Y justo ahí, Diego manda para que Fino resuelva la suerte con piruetas que parecen impensables porque no caben hasta que el torero de La Puebla del Río hace que quepan. Faltaba el corolario de la bendita locura colectiva a la que conduce el toreo. Lo puso Diego con Dólar. El par a dos manos sin cabezada. El nuevo milagro que los públicos piden y esperan. Despacio la suerte hecha. Citando muy en corto, nada de venir corriendo y pasar más corriendo aún, nada de eso. Ventura espera la suerte allí donde todas las ventajas son del toro. El único mando está en sus piernas. Y en el corazón de Dólar. Y van los dos y se imponen. La cabeza del torero y el alma del caballo. Y surge la magia. Y la gente se siente feliz. Remate puso el remate con tres cortas y un rejón del que tardó en caer el toro. Quizá por eso la negativa del palco a lo que todo el mundo quería. Qué se va a hacer…

En el primer toro, que tuvo transmisión y que se movió, Diego debió tener premio, pero el acero se le destempló y lo perdió. Antes había parado a su oponente con Bronce, en el prólogo de un espectacular inicio del tercio de banderillas con Sueño como pareja de aventura. Porque son una pura aventura esos recortes tan por dentro con los que el jinete se cambia de costado ante el toro, dejándolo clavado en ese palmo de terreno en el que él se atreve con tanto. Luego con Nazarí obró de nuevo la fantasía del temple elevado a su máxima expresión antes de clavar dos banderillas batiendo a base de cargar la suerte una barbaridad. Pinchó con Remate y luego se le fue trasero el rejón definitivo.

Hoy en condicione normales, Diego Ventura tendría haberse ido en volandas de Albacete. En hombros de la misma gente, por cierto, que hoy llenó la plaza. Como hace unos días cuando la terna lo era entera de rejones. Dos días, dos llenos. ¿Quién dice ahora que a la gente ya no le interesa el toreo a caballo? A lo mejor es la monotonía lo que rechaza. Y no es monotonía, precisamente, lo que destila y deja a su paso Ventura. Que le pregunten a Albacete, que hoy se quedó con las ganas de sacar a Diego en volandas. En volandas de su cariño y de su admiración.