Ventura apasionante

Será la sazón que le alumbra, su momento. Será lo que para él significa Portugal. Será que es vísperas de Sevilla, de su plaza, del reino donde es el Príncipe por excelencia. Será porque ya sólo sabe vivir en los terrenos de la excelencia, que Diego Ventura ha firmado hoy en Estremoz una tarde colosal. Total. Sublime. Apasionante. De ésas en las que un torero deja completamente seco el tintero de las cosas que tiene que decir. En las que despliega todo su arsenal porque así se lo pide el alma. Cuatro vueltas al ruedo que lo dicen todo, que resumen en un número, en un dato, el clamor de una plaza llena a reventar y entregada sin mesura alguna al Genio. Como el Genio a ella, a la plaza y a su gente, a tanta expectación, a la espera inusitada. Apasionante, arrebatado, esplendoroso. Así ha estado Diego hoy en Estremoz. Tal y como Estremoz le esperaba. La faena cumbre llegó en el quinto, tercero de su lote. Una obra magistral a lomos de Sueño, de Chalana y de Dólar en banderillas tras haberlo parado con Añejo. Un toro que se movió y que se prestó en la medida precisa que Ventura necesitaba. Con Sueño, el tercio fue una gozada en sí mismo. ¿Qué más le quedó por hacer? Es difícil imaginarlo porque la fantasía se impone cuando Diego torea con Sueño como siempre soñó torear. Recortes por los adentros, metiéndose por donde no era posible que cupiera, banderillas muy de frente y dejándose venir el toro mientras él le perdía pasos para provocar el embroque en ese punto que es el cruce de caminos definitivo entre el ser y no ser... Sacó entonces a Chalana, que entusiasmó también al tendido con sus balanceos tan perfectos y sus piruetas tan en la cara. El fin de fiesta llegó con el par a dos manos que clavó Ventura montando a Dólar sin cabezada y que fue el corolario de una gran faena que colmó todas las esperas: la que Portugal siempre tiene para con su hijo predilecto. A su primer toro lo recibió también el jinete de La Puebla del Río con Añejo. Fue éste un ejemplar de tanta calidad como de poca transmisión. Lo bordó Ventura con él al inaugurar el tercio de banderillas con Nazarí, que, como es habitual, hipnotizó al toro y se lo metió debajo del estribo conduciéndolo como imantado, al límite máximo de ese espacio donde ya no cabe más. Y todo ello, sin un solo tirón, pulseando la embestida del toro, calibrándola y limándola para multiplicarla ante lo que le costaba al astado. Apostó a continuación con Ritz, que dejó quiebros milagrosos, eléctricos, mágicos, sacando partido también a lo que esperaba el cuatreño para provocar su arrancada deteniéndosele en la cara. Al que hizo tercero de la tarde y segundo del lote, lo paró el torero cigarrerro con Lambrusco, recogiéndolo sobre los cuartos traseros y en un palmo de terreno, muy despacio, sin brusquedad alguna y disfrutando Diego de lo que humillaba el toro. Las banderillas con Roneo tuvieron la verdad y la emoción del pulso que se libra frente a frente, sin ventaja alguna, recibiendo por delante la embestida encendida del bravo para abarcarla por completo en cada batida. También se dejó llegar mucho Ventura a su oponente para metérselo debajo del estribo y detener ahí la suerte para, otra vez, disfrutarla en encuentros que eran puras caricias. Abrochó esta segunda faena con Fino, que desplegó un amplio repertorio de quiebros, recortes y piruetas perfectas que sólo se definen desde la capacidad de este joven con apariencia de veterano que se llama Fino. Todos ellos estarán mañana en el reino del Príncipe, en Sevilla, a la que llega Diego Ventura en puro estado de pasión.
29/04/2017
 Estremoz
 vuelta, vuelta y dos vueltas
Romao Tenorio