Tres orejas y un rabo en Villamartín

23/09/2017
VILLAMARTÍN
Oreja y dos orejas y rabo
Benítez Cubero
Dicen que lo difícil no es llegar, sino mantenerse. Aún más, pues, debe serlo mantenerse como el líder de todo y de cada año. Y, aún más, que cada temporada termine mejor de lo que empieza y en tendencia creciente. Lleva años pasando y vuelve a pasar ahora. Un dato: en lo que va de septiembre, Diego Ventura ha cortado ya veinticuatro orejas y cinco rabos en las ocho corridas de toros que lleva toreadas. Un dato que dice mucho, que lo dice todo. Cifras que le ponen valor al valor de lo que el torero de La Puebla del Río sigue haciendo. Incansable. Imbatible. Insuperable. Hoy han sido tres orejas y un rabo en Villamartín. Como tantas veces, por encima del escenario. Ventura no conoce de treguas. Su afán es mandar. Liderar. Ser el mejor y serlo cada día. También hoy ante un buen lote de toros de Benítez Cubero. Lo mejor llegó con el segundo, que se movió con nobleza y brío, lo que permitió a Ventura disfrutarlo desde el recibo con Bronce, toreando muy despacio para recoger la embestida y encelarla. En banderillas, firmó momentos de suma intensidad y del más alto nivel al clavar quebrando con Fino -extraordinario otra vez- de poder a poder y dejándose llegar mucho al toro. Luego, con Dólar, sostuvo el nivel de conexión de la faena con el público en varias banderillas con el denominador común de la exposición y el ajuste al hacer la suerte. Porque iba el toro con pies, encendido, y Diego Ventura lo esperaba para luego provocar el encuentro en ese horizonte donde el toreo se hace grande de verdad. Por eso se emociona la gente ante su toreo: porque hay entrega y capacidad a partes iguales. Mató de rejón fulminante y obtuvo, por quinta vez en lo que va de septiembre, los máximos trofeos. Sólo una oreja recibió a la muerte de su primero, un toro bueno también. Lo paró con Campina para luego, ya en banderillas, dar una lección de lidia con Chalana, un caballo que, da igual cuánto toree, siempre saca lo mejor de sí. Chalana tiene el temple en su sangre y lo emplea y lo expone, ya sea en el toreo fundamental, ya en su adorno. Luego, clavó al quiebro con Lío en un palmo de terreno para provocar el entusiasmo del tendido, al que hizo su cómplice en una faena en la que estuvo muy por encima de su oponente. Pero por eso los números de Diego Ventura son los que son: porque es incansable, imbatible, insuperable…