Puesta a punto en Los Espartales

Tras el receso del pasado fin de semana, Diego Ventura vuelve a la carga de una temporada apasionante. Los próximos días de julio le deparan sendos compromisos que aguarda con bonita ilusión: Mejanes y Santander. Francia y el norte de España. Dos plazas que le abren las puertas de lugares donde tantas veces ha triunfado y que son también territorio venturista. La de Mejanes es la segunda plaza francesa que pisa este año el jinete de La Puebla del Río después de Arles, el 2 de abril, cuando cuajó una de sus más grandes actuaciones de 2018 cortando cuatro orejas y un rabo en un coso que es de primera categoría. De hecho, en esta segunda visita a tierras galas, y en los prolegómenos de la corrida del próximo sábado, Diego recibirá el premio al triunfador de Arles que le concede el Club Paul Ricard. Y Santander, al día siguiente, será su primera comparecencia en plazas norteñas de España, una feria muy venturista por la extraordinaria trayectoria que aquilata en la preciosa plaza cántabra. Es, pues, un fin de semana importante para él, además, porque en Mejanes se pone en juego el Rejón de Oro, uno de los más prestigiosos galardones de cuantos se conceden en Francia.

Así las cosas, el trabajo esta semana es intenso. Lo cierto es que como de costumbre, pero también con el factor multiplicador que le imprimen estas dos nuevas citas. Y ello ha quedado de manifiesto en el espléndido día de entrenamiento que el Genio ha completado en Los Espartales, en tierras extremeñas, una de las casas ganaderas donde más a gusto se siente Diego y con la que está unido para siempre, por ejemplo, por el indulto del toro Perdido, en Murcia, en septiembre del año pasado, o por el rabo histórico y único cortado la tarde del 9 de junio en Las Ventas de Madrid a Biemplantao-37, la cumbre de todas las cumbres de Ventura. Por tanto, hay química del rejoneador con la vacada y la bravura que se gesta en casa de José Luis Iniesta. Y por eso le gusta tanto ir a a ella para preparar compromisos relevantes como los de este inmediato fin de semana. Siete fueron las vacas a las que se midió esta vez Diego. Siete lidias distintas, siete pruebas para no dejar de probar ni de perfeccionar. Con los caballos más nuevos y con los más consolidados. Una faena tras otra sin una embestida que desaprovechar en aras de esa búsqueda constante de lo mejor todavía. Una jornada apasionante y exigente de toreo. Y de bravura. Y, como consecuencia, de disfrute. La mejor puesta a punto posible en el camino de las dos nuevas conquistas que se dibujan como reto en el horizonte inminente de Ventura. Y está a tope!