Gran tarde de Nazarí y Chalana

24/08/2017
CIEZA
Dos orejas y ovación
Diego Ventura
Ya son nueve. Nueve puertas grandes consecutivas desde el 14 de julio. Una serie que arrancó entonces en Saintes Marie de la Mer y que aún dura. Un registro que pone en valor el verano colosal que se está marcando Diego Ventura en esa carrera íntima e imparable por confirmarse cada día como el mejor. Compitiendo consigo mismo en busca de un aspiración que es una razón de ser. Hoy se impuso a un lote de toros de su propia ganadería que, no por ello, le prestaron la colaboración deseada. Ambos fueron complicados cada uno con sus matices, pero a ambos le encontró las teclas precisas para sacarles partido. Al primero, sobre todo, en un soberbio tercio de banderillas con Nazarí. Resulta complejo definir a diario la dimensión de Nazarí, lo que hace. No es sencillo poner calificativos a las prestaciones de un caballo que ya forma parte de la historia y columna vertebral en la trayectoria de Diego. Ventura con Nazarí no encuentra límites que se queden sin superar. Si el toro es bueno y colabora, lo cuaja. Si, como hoy, es menos lucido, se las avía para invadir su voluntad y dominarla a partir de ese don que llaman temple y que, cuando se tiene de verdad, es como una varita mágica que siempre obra el milagro de lo imposible. Hoy Ventura dio otra lección magistral con Nazarí toreando de costado. Toreando, sí, que no es sólo acompañar con más o menos ritmo la embestida del burel. Nazarí la torea. Porque la recoge, la absorbe, la domina, la conduce, la prolonga, la exprime y la multiplica. A milímetros del estribo de Diego, como imantado. Da igual el son del toro, su velocidad. Nazarí las domeña y les da forma. Las acompasa y las hace buena. Como hoy. Es la grandeza del temple, en este caso, aplicado a la lidia de un toro. Fue lo más rotundo de la primera faena de Diego, que la coronó con un rejonazo fulminante que le puso en las manos el doble premio y, con él, la puerta grande. En el cuarto, su segundo, el jinete cigarrero tuvo que tirar de oficio de nuevo para superar lo reservón de su oponente, al que paró con Campinay con el que firmó pasajes espectaculares con Dólar y Remate. Si bien, el momento más importante lo alcanzó con Chalana, también galopando de costado y llevando muy cosida las embestida del cuatreño y, sobre todo, en dos banderillas de frente, dando el pecho y llegando lo máximo posible para provocar y clavar. Pinchó en un primer intento y la recompensa quedó en ovación. Tras ella, la puerta grande. La novena en el último mes y medio. Un registro que pone en valor lo que Diego Ventura repite un año más: ser el mejor compitiendo consigo mismo.