Goza Pontevedra con la plenitud de Ventura

12/08/2017
PONTEVEDRA
Oreja y dos orejas
Los Espartales
No para Diego Ventura en su ritmo endiablado de toda la temporada. A marcha martillo, sin concesión alguna. Da igual el día, la plaza y los toros: el de Ventura es el camino del triunfo sí o sí. Le asisten los argumentos, su capacidad, para ello. Y le esperan los públicos. Como hoy en Pontevedra, donde hubo tres cuartos de entrada. Y eso que se empeñan en maltratar a la Galicia taurina. Pontevedra es el ejemplo de que en esa tierra también hay afición, basta con darle lo que pide. Y en su nueva incursión en el norte, se encontró hoy Diego con un lote de toros interesante de Los Espartales. De distinta condición ambos ejemplares, pero con fondo suficiente para que el jinete de La Puebla del Río pusiera en liza su arsenal. La faena de dos orejas fue al cuarto de la tarde, un toro bravo, aunque algo bruto, porque no tuvo clase ni ritmo. Pero iba con verdad en sus embestidas, con emoción, lo que es material propicia para el escultor Ventura, que lo fue moldeando, esculpiendo, dándole forma hasta concebir la obra sobresaliente de otra faena para recordar en un año cargado de ellas. Lo paró con Guadalquivir, que puso el temple y el ritmo preciso para recoger y reconducir la encendida acometida del astado, humillada también. Abrió Diego el tercio de banderillas con Nazarí y se disparó entonces el nivel de la faena. Porque Nazarí desplegó todo su poder para dominar la escena y cada uno de los tiempos de lo que, en ese instante, era un combate de verdad. Y todo ello, a base de dejarse llegar al toro todo lo posible, de convencerlo y de desengañarlo a un tiempo, de ganarle en cada envite, de transmitirle quién mandaba para terminar mandando. Fue un ejercicio maravilloso y emocionante de eso que es el toreo: engañar sin mentir nunca. Puso el colofón Diego Ventura con Sueñoy con Remate, éste último, con las cortas al violín que terminaron de provocar la entrega total del público pontevedrés. Gran rejón y dos orejas incontestables. La primera de las tres de su botín se la cortó al primero, también de Los Espartales, un excelente toro, con ritmo y transmisión. Lo paró con Lambrusco, con el que se gastó varios lances sublimes haciendo capote del cuerpo del caballo, recogiendo la embestida y toreándola por entero con tacto y pulso. Sacó en banderillas a Fino, cada día más mayor y más cuajado, y a Lío, la última gran aparición de la temporada, la penúltima ilusión hecha realidad para Diego Ventura. Ambos cuajaron un tercio soberbio, luminoso, extraordinario, que Bombón se encargó de culminar. Lástima que el rejón cayera algo bajo y que fuera el preámbulo de la tarde, con la gente aún un tanto fría, porque lo hecho por Diego en este primero pudo ser también de premio doble.