El león insaciable que no pierde el hambre…

¿Qué lleva a un hombre a querer, a soñar, a buscar y a encontrar siempre más? ¿Qué motiva a un hombre para vivir en la superación permanente aun cuando su vida está llena de cimas tan prohibidas para el común de los mortales? ¿Qué le arde por dentro a quien siempre quiere más y a quien ha hecho del querer siempre más su razón de ser? ¿Cómo es posible que soñar y alcanzar esté tan a su alcance, tan en las manos de su voluntad? Di, Diego, ¿cómo lo haces…? Hoy lo ha vuelto a hacer. En Zafra esta vez. Le da completamente igual que la temporada está llegando a su horizonte. No se conforma con que este 2015 sea ya el mejor año de su vida con lo que eso supone en la vida plagada de hitos de Diego Ventura. Hoy lo ha vuelto a hacer. Porque cada tarde es nueva, ninguna es cualquiera. Porque cada toro es un reto, ninguno un trámite. Por cada embestida por derecho, cada acometida renuente, cada flujo de clase en un toro, cada nube gris de cobarde mansedumbre es una pregunta que hacerse y una respuesta que encontrar donde quiera que sea que esté su enigma. Así es Diego Ventura, un alma rebelde por naturaleza, un inconformista a quien nunca le vale del todo el hoy si sabe que viene un mañana. Por eso hoy lo ha vuelto a hacer en Zafra: porque éste es su año, su momento, su tiempo, la época de gloria que está dejando escrita en la historia del toreo a caballo. Salió arreando el primero, con muchos pies, con demasiados pies… Y le apretó de lo lindo, y le puso en aprietos, lo que no hizo sino despertar al león que –con los ojos encendidos- aceptó el envite y se fue a ganarlo. Tuvo mucho pulso el recibo con Maletilla. Tenía que tenerlo porque era ése el momento clave en el que se dilucidaba quién ganaba el encontronazo. Era puro genio lo del toro de Ángel Sánchez, pero tuvo emoción porque Ventura se metió mucho con él y se dobló muy en corto para imponerse con toreo a la bravuconería del astado. Y salió Nazarí… Y, aunque no lo hayan visto, ya saben lo que pasó: la locura… El toro sumergido en el galope a dos pistas del caballo, con velocidades cambiantes, nunca iguales, pero que nunca llegaban a rozar siquiera a la cabalgadura porque Diego ahí lo estaba conduciendo con el tacto del corazón de quien estaba en el terreno que más le gusta, el de los retos. Tres cuartos de plaza así de costado hasta que el cuatreño se rindió y le ligó entonces la banderilla planteada en corto, clavada con una batida sublime y en todo lo alto, lo que provocó el delirio del público que se puso en pie mientras que Ventura era ahora quien cruzaba entonces como una exhalación el ruedo de Zafra de tanta emoción porque lo había vuelto a hacer: había ganado el pulso… Como consecuencia, el genio se vino abajo y el torero sacó a Maño, con quien dejó en los medios una banderilla al quiebro de pura fantasía porque, como tantas veces, en la batida fue el cite, el embroque, la suerte y la salida de ella en un palmo de terreno. ¡Emocionante! Cerró el jinete su faena con el carrusel de cortas con Remate, engarzado en tres metros cuadrados, en el tercio ya y con el toro girando alrededor del torbellino Ventura, vencido del todo. Pinchó antes de cobrar un rejón entero y la Plaza de Zafra se vistió de blanco por completo. Inexplicablemente, el palco concedió sólo una oreja por más que la petición de la segunda fue creciendo al tiempo que se imponía la cerrazón del presidente. Cosas que también pasan en el toreo… Pero ya saben, lo peor que le puede pasar a un león es quedarse con hambre. El segundo de Ángel Sánchez en el lote de hoy de Diego duró poco. Se dobló con él Lambrusco en otra exhibición de pura clase. Ha irrumpido en el tramo final del año, pero este caballo está llamado a ocupar en breve un lugar destacado en el pozo inagotable que es la cuadra del Genio. En esta segunda faena, la cumbre la firmó Ritz. Otro feliz destello de este final de temporada. Ya venía su dueño entusiasmado por cómo estuvo ayer en Úbeda. Aunque hoy ha elevado el listón de lo que cabe esperar de él en dos chispazos mágicos, emocionantísimos, espectaculares, luminosos como rayos. Dos banderillas clavadas en los medios a toro completamente parado, yendo el torero y su caballo muy despacio hacia la cara del astado, para pararse ante los pitones, batir, provocar y clavar todo en uno sin que el toro siquiera se moviera… Dos haces de luz, dos fotografías de todo lo que el toreo a caballo es y que ya no olvidarán los aficionados de Zafra que lo han visto. Crujió la plaza. Crujió el torero, que, agradecido por tanto, echó pie a tierra, para dejar que toda la ovación, que todo el reconocimiento, que todo el protagonismo fuera para Ritz. Que tiene nombre caro y capa de oro. Tanto como lo que promete y tanto como lo que hace… Antes de Ritz, a Roneo le tocó lidiar con lo parado y agarrado al piso del ejemplar de Sánchez. Dio verdaderos muletazos, largos como el océano, hondos, de principio a fin, desde los pechos hasta la cola, despacio como avanza un reloj… Dado que Ritz había dejado la candela en su punto más álgido, Diego Ventura sacó a Remate para instrumentar un carrusel de banderillas cortas al violín encadenadas sin solución de continuidad. Cayó algo delantero el rejón y obligó al rejoneador a tomar el descabello. Suficiente. Como Zafra no estaba dispuesta a guardarse nada ante quien le había dado tanto en sus dos comparecencias de la tarde, pidió con fuerza las dos orejas que, esta vez sí, fueron inapelables. Era lo justo. A lo que había pasado y lo que precisaba el león hambriento, el hombre inconformista, el artista insaciable, el alma ambiciosa, el corazón encendido… Di, Diego, ¿cómo lo haces para ser cada vez más y cada vez mejor…?  
04/10/2015
Zafra (Badajoz)
 oreja y dos orejas
Ángel Sánchez y Sánchez