El dulce sabor del triunfo

15/12/2019
TIJUANA
Ovación y dos orejas
San Isidro
 
El del triunfo es un dulce sabor que, quien lo prueba, ya no sabe ni puede renunciar a él. Por eso cuando se demora, se le anhela con ansia. Diego Ventura necesitaba de nuevo ese sabor en su sentir después de un mes de dolor y paciencia que se hizo demasiado largo. Pero como todo llega cuando se busca de verdad, saboreó el jinete hoy de nuevo el paladar del triunfo en una tarde salpicada de pasajes sublimes. Sobre todo, en el segundo acto, ante un buen toro de San Isidro, que paró con Lisboa, una de las novedades de su campaña mexicana, para luego bordar el toreo bajo la máxima de la fantasía con un pletórico Bronce. Que hizo de Nazarí al torear de costado tan embebido en su mando el toro y que hizo de Sueño al meterse por dentro por donde espacio no había, haciendo prodigio de lo imposible. Pero también hizo de Bronce en su manera de reducir tanto las distancias, de meterse tan entre los pitones del toro, de pasárselo tan cerca, de mandar imponiendo él las condiciones. El clamor que elevó la faena a la cima de su mayor nivel llegó con Dólar al clavar a dos manos y sin cabezada para que después Prestigio lo coronara todo en un último tercio apasionante. Cortó Ventura las dos orejas, pero, incluso, se le pidió el rabo. Aunque noble, fue el primero de su lote, también de Santa Isidro, un toro con la complicación creciente de cuánto se ponía por delante de las cabalgaduras, un defecto que fue desarrollando a más conforme avanzó la lidia. Hubo Diego de andar presto en un ejercicio constante de habilidad y de agilidad, al que sumó lo cerca que se dejó llegar al astado, especialmente, en banderillas con Bronce y con Chalana al quiebro. Encendió los tendidos otra vez con el par a dos manos sin cabezada con Dólar. Se puso muy difícil el toro a la hora de matar, e incluso, tuvo que echar pie a tierra para emplear el descabello, lo que redujo el balance final a una fuerte ovación.