Noche cumbre con Nazarí en Montijo

No se dio mucho tiempo Diego Ventura para poner la noche de su parte. Le correspondió en su lote un buen primer toro de Canas Vigouroux, emotivo y exigente, material propicio para que el jinete hispanoluso desplegara el arsenal de su toreo. Lo paró con Bronce, con clase y temple exquisito sobre los cuartos traseros, con recortes de inmensa torería para luego clavar dos rejones de castigo. Ya puso en pie Ventura la plaza en las dos banderillas que ejecutó con Sueño, de encendida vibración, quebrando en la cara después de dejarse venir hasta el límite la brava franqueza del cuatreño, cuya embestida se dejó pasar por los pechos del caballo: haciendo suya la acometida, retándola, toreándola... Luego toreó a dos pistas con Nazarí en un ejercicio de pulso, no por visto, menos sorprendente y menos milagroso. Es el milagro del toreo, de la sabiduría en el toreo, de la genialidad en el toreo. Para terminar, clavó tres cortas al violín con Remate y Montijo se le terminó de entregar casi abrazándole en una apasionada vuelta al ruedo con la plenitud por lo hecho marcada en la expresión del torero. Y eso, la expresión de un torero, nunca miente. Su segundo toro fue la cruz de la moneda. En nada se pareció a su hermano anterior y se comportó como manso. Pero no fue ello óbice para que Diego Ventura se le impusiera y le ganara la partida, sobre todo, en otro gran tercio de banderillas con el incombustible e infalibe Nazarí, a quien, a diferencia de la faena anterior, le correspondió en este segundo lidiar hasta hacer embestir y sacar más de lo que tenía dentro al ejemplar de Canas Vigouroux, que salió ya tirando la toalla de la pelea desde los primeros encuentros de salida con Guadalquivir. Pero no contaba el astado con que Nazarí existe. Y Nazarí invadió su terreno para conquistarlo con una autoridad total, arrancando acometidas por las que nadie hubiera apostado galopando de costado. Luego, para clavar, Ventura arriesgó en embroques de una emotividad brutal por el reducido espacio físico en el que se producían y luego de ir muy defrente al toro aun a sabiendas de que el arreón sobrevendría cuando ya no había marcha atrás. Más que asumirlo, todo ello provocó Diego para imponerse y ganar. No dejaba el público de pedirle al jinete que siguiera toreando hasta terminar su faena con Remate clavando tres cortas muy ligadas y con el mérito añadido de los arreones con que el cuatreño respondía.  
28/06/2017
 Montijo
 vuelta y vuelta
Canas Vigouroux