El cuajo y el fondo de un torero en plenitud

Segundo festival del año para Diego Ventura y segundo triunfo consecutivo. Aunque a esta alturas, más que los resultados, cuentan las sensaciones. Ese termómetro que mide el estado del torero, su punto de cuajo, de ambición y de capacidad para, como artista que es, transmitir al público que le contempla toda la dimensión de su obra. Y resulta que cuando todos esos parámetros se funden, el torero y su toreo fluyen solos, líquidos, como un caudal imparable a la vez que sereno... Es justo el aire que deja a su paso Diego Ventura en estos albores del nuevo año taurino. El sevillano está en sazón, pleno, y lo irradia hasta con el brillo de la mirada. Hoy en Coria de Cáceres, el reto era mostrar y compartir los nuevos productos de la factoría Ventura, sus nuevos potros, las incorporaciones a su cuadra infinita, honda como ese pozo del que no deja de manar agua sin parar. Hoy debutaron en Coria Suspiro, Ritz y Detalle, recién bautizados, por cierto, como todos los caballos nuevos, por los propios seguidores del jinete de La Puebla del Río a través de las redes sociales. A Suspiro le tocó abrir la faena y parar al bueno novillo, bravo, de Castillejo de Huebra. Aunque más que parar, atemperar, entendido esto como la aplicación de esa medicina mágica que es el temple y que, como hoy, sirve para reforzar al utrero de buen fondo que blandea inicialmente por momentos, hasta que el milagro del toreo lo corrige y extrae de él solo y todas sus virtudes. Se metió Diego en el núcleo de la faena, en el tercio de banderillas, con ese prodigio que se llama Sueño. Sabía ya el torero en ese punto que podía disfrutar y mucho. Y a ello se puso. Primero recorrió el anillo completo de la plaza coriana galopando de costado y llevando al de Castillejo absolutamente embebido en el viaje de la cabalgadura. Son de dulce el del novillo y tacto de seda del torero. Lo colocó Ventura a larga distancia y fue construyendo el cite muy despacio y muy torero, dejándose ver, andando de frente y provocando ya desde media distancia la embestida del burel que se arrancaba pronto y noble. Una nobleza y una clase que permitieron al rejoneador apurar el embroque hasta el momento último para cuartear a continuación y clavar mientras embebía de nuevo la embestida del novillo en las bambas imaginarias del estribo del caballo. Así, hasta dos veces. Y, entre palo y palo, muletazos de Ventura con Sueño en los mismos medios del ruedo, despacio como el tic tac de un reloj. Presentó entonces Diego a Ritz, otra de sus nuevas ilusiones y demostró entonces el caballo el por qué de esa expectativa. Su manera de ir tan de verdad, tan de frente, tan despacio a las reses. Esa capacidad para quebrar y cuartear cuando ya no cabe más. Esa prestancia para salir de las suertes... Y fue entonces el turno de Detalle, otro potro nuevo a tener en cuenta. Cinco cortas clavó el sevillano, ligadas, reunidas, intensas para dejar la faena en el lugar exacto para rematarla. Lo hizo con un rejonazo entero y fulminante que tiró al novillo sin puntilla. Las sensaciones confirmadas, la alegría prendida en la mirada de Diego, las dos orejas, ese poso que destila su toreo... El anuncio de tanto grande como está por venir. Está dicho, que nadie lo dude: éste es el año de Ventura.  
21/03/2015
Coria (Cáceres)
 dos orejas
Castillejo de Huebra